La memoria colectiva argentina enseguida encontró una comparación tras el anuncio de Cristina Fernández de no competir por el cargo de presidente y sí por el de vicepresidente: "Cámpora al gobierno; Perón al poder". Nunca importó el otro nombre propio. Hay dos hechos que refuerzan ese pensamiento: el primero es que la noticia la dio la propia Cristina, es decir, la precandidata a vice, con lo que ya se puede asegurar que quien tendrá el mando, si es que finalmente el binomio Fernández termina por hacerse del poder político en la Argentina, será ella. Expuesto, Alberto atinó a relatar luego en una entrevista radial los entretelones de cómo le ofrecieron la precandidatura; mientras que lo correcto hubiese sido que él contara por qué quiere conducir el país y qué quiere hacer con él, que es lo normal de un candidato a presidente. Es decir, las señales son concretas, por tanto, la comparación del ideario popular con Cámpora y Perón parecen totalmente válidas, más allá de las diferencias de contexto entre un hecho y el otro. Más allá de esa obviedad, hubo otras acciones al menos extravagantes y algo inexplicables para los 'usos y costumbres' de la exmandataria en situaciones similares: el cierre de listas recién es el 22 de junio, es extraño que haya adelantado la jugada tanto tiempo antes. Nunca fue así. Algunos en los canales nacionales y en los diarios aventuraban ayer al mediodía que la expresidenta aún se guarda otra decisión bajo el brazo. Nadie imaginaba cuál. Como nadie imaginó ésta. Y la segunda rareza: ¿Cristina lanza una candidatura sin un acto popular? Es algo inimaginable para las formas del kirchnerismo. Quizás la respuesta esté en el tono del video que publicó en redes, en el que el renunciamiento de Evita se le caía por los poros. Probablemente haya sido también una puesta en escena, aunque quizás eso nunca lo sepamos con certeza.


Por lo reciente del anuncio y lo despatarrados que quedaron los políticos, hay muchas preguntas sin respuestas, aunque una se lleva el premio mayor: ¿Por qué Cristina no encabeza la fórmula, ya que evidentemente será ella quien tomará las decisiones importantes? Ella dijo en el video que sabe que su figura política divide al país y que prefiere a alguien que aglutine, como Alberto. Al menos en las primeras horas, si es que en verdad busca la unidad, eso no pasó. Los 'díscolos' como Juan Schiaretti, Miguel Ángel Pichetto, Juan Manuel Urtubey o Roberto Lavagna no recogían el guante y aguantaban un dramático silencio, lo que probablemente es más decidor que cualquier comunicado. Tampoco hablaron los gobernadores, como el sanjuanino Sergio Uñac, quien decidió esperar a inteligentemente que la espuma baje algunos metros para tomar posición. Es lógica la estrategia de los mandatarios, quienes tienen que seguir gobernando mientras conducen un proceso electoral, que en el caso de algunos distritos como San Juan, por ejemplo, aún no termina. 


El Justicialismo nacional insiste en que la visita de Cristina a la sede partidaria de Matheu 130 el día martes posterior a la victoria de Schiaretti en Córdoda, ya estaba agendada y que de ninguna manera fue una reacción para neutralizar el buen resultado electoral del gobernador enrolado en Alternativa Federal. Es que el kirchnerismo, buena parte del peronismo y algunos mandatarios provinciales, creen que los antiguos vínculos empresarios del cordobés con la familia presidencial no se apagaron del todo. E intuyen que gracias a esos vínculos el Presidente permitió la división entre Mario Negri y Ramón Mestre que terminó por consolidar el triunfo del exmano derecha de Franco Macri. La oposición que está afuera de Alternativa teme que el cordobés se convierta en una especie de espía inmiscuido en las complejidades del entramado opositor. Si bien el razonamiento suena paranoico, algo de eso puede haber. Sencillamente sería ingenuo pensar que Schiaretti y Macri no son capaces de armar una ingeniería para muñequear la política desde lados distintos del mostrador en pos de un objetivo común. Los sanjuaninos podemos dar cátedra de esa clase de acuerdos porque sufrimos uno durante doce años con Roberto Basualdo y José Luis Gioja; una jugada que les permitió trascender en el tiempo mientras cada uno se dedicaba a lo suyo: Gioja a gobernar y Basualdo a ganar dinero. Es un juego permitido, casi picaresco, que la política sanjuanina sacó a la luz hace poco gracias a la vejez y cansancio de ambos: uno se está retirando por decisión propia y el otro ha perdido el mando. 


Como quiera que sea, la movida de Cristina Fernández -en respuesta o no a Schiaretti al asistir al PJ- tiene altísimo impacto en la patria chica, por las diferencias entre el gobernador Sergio Uñac y Gioja. El diputado nacional es uno de los impulsores de Cristina, más por necesidad propia que por impulso colectivo. Si CFK vuelve, ya sea a la Vicepresidencia, probablemente Gioja esté calculando lograr una mayor incidencia en las cuestiones nacionales que al final le otorguen mayor manejo político en San Juan. Es el antiguo teatro giojista de tiempos previos a la elección de 2003, cuando la buena relación con Eduardo Duhalde le permitió operar la política sanjuanina a gusto y placer sin la obligación de tomar decisiones de peso, desde su cómodo lugar en el Senado. Más o menos lo que quiere hacer desde que debió abandonar la vieja casona de Paula y Libertador y no logra. Pero, ¿sería posible que Cristina nutra de poder a Gioja en el hipotético caso de que ella vuelva al mando? Por las dudas, Uñac ha cultivado cierta relación con la expresidenta. Y habla casi regularmente con dos o tres dirigentes que están al lado de ella. No pierde el contacto. No debe hacerlo porque nadie está hoy en condiciones de adivinar el futuro político argentino, ni siquiera con el anuncio de ayer. El peronismo paga bien los favores como habrá hecho Gioja alguna vez con Cristina, pero respeta más la territorialidad, y el gobernador saca ventaja en ese aspecto, ya que está a punto de cerrar uno de los resultados más holgados de la oposición en el país. Si eso finalmente ocurre no habrá dirigente, de un lado u otro de la oposición, que reniegue de una foto con un gobernador muy votado, joven y con ganas de crecer. 


Que CFK llegue a la victoria o no es una posibilidad que los sanjuaninos tienen que contemplar, porque la coyuntura política lo indica. Y los dos, como todos, tienen que prepararse para ello. Simplemente. Uñac ya dijo que CFK tiene que estar en el armado. Es lo que la política le permitía decir en el momento que lo dijo. 


La distancia entre el pensamiento político de Uñac y Gioja se viene agrandando notablemente. Hay un ejemplo burdo y al alcance de todos para graficar esa afirmación, que surge de revisar las gestiones de ambos: Uñac incentiva la economía en todos los sectores, aún en crisis. Más en crisis. Comercio, industria, producción, todos han tenido sus millones de ayuda. A Gioja, en cambio, jamás le tocó gestionar mientras corría una crisis como la que vive hoy el país. Y en épocas de vacas gordas impulsó sólo la minería, aunque prefirió guardar el dinero que producía esa actividad en lugar de redistribuirlo en otros sectores. También lo puso en grandes obras públicas, porque hacía falta, y porque son las que entregan rédito político. La espectacularidad, la exageración, la grandilocuencia, son rasgos propios del peronismo y Gioja los lleva marcados a fuego. El conservadurismo de la gestión pasada no sólo se vio en lo económico: los sanjuaninos merecíamos otra Corte de Justicia y, por tanto, otro servicio de Justicia, pero ese pensamiento conservador que dominó San Juan por más de una década, terminó por sostener la peor conducción judicial que vio la provincia en toda su historia. 


Si es verdad que Gioja pretende escalar peldaños, cobra dramatismo entonces la elección nacional de agosto y octubre. Si el exgobernador aspira a un lugar de privilegio en el concierto nacional, esperando la victoria de CFK, será determinante la cantidad de votos que obtenga como candidato a diputado nacional. 


¿A quién se enfrentará Gioja? Marcelo Orrego, el candidato de la oposición en San Juan, tiene hoy más dudas que certezas, dicen a su alrededor. Hay dirigentes como Fabián Martín o asesores del santaluceño, quienes prefieren el anonimato, que le taladran la cabeza sugiriéndole que se presente con una especie de boleta corta, por fuera de Cambiemos, sin candidato a presidente. El problema en ese caso es que pierde arrastre. Y hay otros salieris que apuestan a una interna en Cambiemos, enfrentando a algún candidato del PRO y a otro de la UCR, por ejemplo. ¿Qué dice el protagonista de la película? No mucho. Pero si dio pistas alguna vez, lo hizo entre líneas y todas van en el sentido de no postularse a una banca en la Cámara de Diputados de la Nación. Dicen en su entorno que quedó con el ánimo por el piso tras la campaña de las PASO, donde se ventilaron hasta situaciones privadas que le impactaron en su entorno más cercano. A eso le quiere huir. Además, de ir con boleta corta no tendrá el apoyo de los recursos de una campaña nacional, situación que ya sufrió en las provinciales. Es decir, hay más elementos objetivos que indican que no se va a presentar, aunque también hay que tener en cuenta que es bastante difícil de predecir y sobran anécdotas sobre esa característica: el candidato a primer concejal de Santa Lucía se enteró el mismo día que vencía el plazo para la presentación de listas y por un tercero, por ejemplo. 


Todos estos elementos negativos son los que el santaluceño analiza hoy, aunque hay uno en sentido contrario que puede ser más determinante y que lo obligaría a ponerse en la línea de largada: ¿qué otra cosa hará? no tiene margen de maniobra. La elección del 2 de junio la tiene perdida y no hay más postulación posible, ni continuidad en Santa Lucía. Sin cargo público su capital político se va a licuar rápidamente. Es más, casi se puede decir que su verdadera vocación política se medirá en si se presenta o no, a pesar de todas las adversidades que lo rodean. Veremos. 


En síntesis, probablemente la elección legislativa de agosto y octubre concentrará mayor atención política que la general del 2 de junio, que ya parece cerrada por donde se la mire. Por supuesto es un paso que hay que superar, pero si nada extraño pasa en estos 13 días que faltan, lo ocurrido en las primarias más o menos se repetirá en la general, no hay nada que indique lo contrario.