S.C. Robledo y su libro "El festival de los monstruos".

El precio indiscutido de usar demasiado de algunas terminologías es que su esencia y significado acaben perdiéndose. Cuando se repite insistentemente con la palabra "cambio", esa necesidad de modificar, afectar, variar o mutar, puede sencillamente transformarse en perder, en ceder y hasta en subvertir de manera ciertamente llamativa un sinnúmero de cosas. Hasta lo literario, entre los jóvenes escritores de nuestros tiempos está virando hacia el cambio, de una muy extraña forma -hay que admitirlo- que todavía no puede valorarse en toda la dimensión que está adquiriendo. Jóvenes talentosos, como Maximiliano Martín, Paula Cardozo Lueje y más recientemente Sofía Robledo, de tan solo 16 años de edad, escriben con una narrativa casi perfecta, descripciones meticulosas y diálogos profundos en ámbitos que no tienen nada que ver con la realidad del mundo que los rodea y alejados del espectro literario localista y mucho más distante aún de una realidad o incluso de un escenario fantástico ubicado en nuestro propio país. Pero, sorpresivamente, vemos aparecer en nuestro escenario literario local nuevas novelas y también relatos cortos que en los jóvenes exponentes están influidos de manera más que notoria por sagas foráneas que han penetrado en sus intelectos de manera muy intensa como por ejemplo las de J.K Rawlings y su Harry Potter, o El señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien. Pueden arrancar con la base de Leandro Calderone (Casi Angeles, la isla de Eudamón) autor de notables ficciones para la televisión, pero hay más en las nuevas historias de mundos fantásticos desarrollados en cualquier otra parte menos en nuestra tierra. Como si nada de lo nuestro sirviera de escenario para proponer algo muy cercano a la trilogía de Suzanne Collins y su obra de ciencia ficción y aventura llamada "Los juegos del hambre" y los abultados libros de George R. R. Martin y su Juego de Tronos que como serie de televisión puede ser por demás inspiradora. El ambiente y los nombre de lugares y personajes no se ubican en nuestro país ni en la provincia, Maximiliano Martín en "El otro lado", o en "El idioma de los pájaros" se ubica en sitios que definitivamente no están más allá de nosotros para ubicar sus personajes. Lo mismo ocurrió en su momento con "Lágrimas de Ángel", de Paula Cardozo Lueje, cuya historia incluye nombres y lugares foráneos. Un próximo libro de 635 páginas que nos espera en San Juan fruto de la inspiración de S. C. Robledo, una adolescente de 16 años, lleva por nombre "El festival de los monstruos". Es el primero de una saga bastante prometedora pero cabe preguntarse ¿es literatura argentina? Tiene todos los rasgos de una notable traducción americana o inglesa, está ambientado en algún lugar épico, los personajes tienen todos nombres comunes a otras regiones del planeta y su ascendencia no tiene nada que lo relacione con Argentina. Tal es la influencia de lo foráneo que tenemos muy buenos narradores escribiendo como se escriben esas notables traducciones extranjeras que han llegado a nuestros lectores jóvenes y los han influido tan intensamente. ¿Es ese el cambio que necesitamos en lo literario? ¿Tan mal se llega con la literatura nuestra a las escuelas, a la televisión o al cine que no hay posibilidades diferentes? Lo más increíble es el gran éxito que alcanzan y las plataformas por las que llegan a muchos otros lectores que los disfrutan y lo exquisitamente destacable es que están narrados sin procacidad, sin caer en el golpe bajo de la verborragia cloacal de la literatura argentina que hace un culto a veces angustiante del insulto y de un lenguaje repugnante. Son excelentes narradores que prometen y que tienen una tremenda imaginación, fieles a su tiempo, pero no a su espacio ni a la idiosincrasia de sus raíces de las que se han permitido valientemente despojarse. Quizás nos estén diciendo mucho. Tal vez como un llamado de atención muy necesario. 

Ada Gámez - Escritora