"Si venís al barrio a robar no llamamos a la policía, arreglamos nosotros". Así se pudo leer, semanas atrás, en un pasacalle que apareció en Isidro Casanova (Provincia de Buenos Aires). Ello forma parte de la escalada de violencia que no debemos minimizar. Ciertamente la agresión entre civiles o "justicia por mano propia" viene en ascenso. El fenómeno es multicausal y sería un reduccionismo pensarlo sólo en términos de violencia. La violencia en todas sus formas es la punta de un iceberg. Esta frase como técnica narrativa, nos permite hablar de la formación de hielo sumergida, que no alcanzamos a apreciar. Sólo vemos la punta que aflora en la superficie, que en el caso que nos ocupa serían los lamentables episodios de "justicia por mano propia". 


Lo vemos en un hecho puntual. Hace unos días, los medios de comunicación pasaban la imagen de un joven hombre tirado en el piso y cubierto de sangre. Una agresión entre civiles en Tucumán que terminó con el linchamiento del presunto autor del crimen de una niña de 9 años. Las garantías del debido proceso y el principio de inocencia propios de sociedades civilizadas, estallaron en un día de furia. Un hecho, jurídica y moralmente inaceptable. Podemos figurativamente decir, que esta es la masa de hielo flotante que sobresale de la superficie del mar. Pero en el fondo sumergido bajo el agua, está la realidad que debemos atender. 

"Estamos en una sociedad marcada por las brechas sociales. Triste panorama... donde cada año, más hermanos quedan atrapados". 

El fenómeno es multicausal. Pero me voy a detener en dos de ellas: las brechas sociales y la falta de confianza en la justicia. La imagen de la brecha social nos indica acabadamente el concepto de fractura de la sociedad. Entre los ciudadanos con trabajo formal, casa propia, cobertura médica, educación y los ciudadanos que trabajan en el mercado informal o no tienen trabajo, viven en casas precarias, carecen de educación y no pueden acceder al sistema de salud, existe una separación a la que llamamos brecha social. Esas diferencias a veces son vividas con frustración y resentimiento que terminan siendo caldo de cultivo para la violencia. Un detonante, como puede ser el asesinato de una niña, desata la violencia hasta entonces contenida y traspasa límites insospechados. A este panorama se le suma el cansancio de la cuarentena, el temor ante las incertidumbres propias de la pandemia y un grado de enojo preocupante en la ciudadanía. Para nada ayudan los discursos desde el poder cargados de virulencia. A veces más que piezas de oratoria, se asemejan a dardos de inquina con destinatarios precisos, lejos, siempre, de las responsabilidades propias. Tampoco ayudan las ambigüedades en temas que exigen definiciones claras.


La otra causa que me parece interesante analizar es la percepción social de una justicia que no llega o llega tarde. Debo confesar la expectativa que me generó la noticia de la presentación del proyecto de reforma judicial. Pensé que sería una oportunidad para dotar de mayor celeridad en los procesos y garantizar el acceso a justicia de las personas más vulnerables. Dos cuestiones fundamentales que bien podrían pacificar los ánimos. La crisis de credibilidad y la consecuente falta de confianza en la justicia por parte de la ciudadanía, reclama encarar un proceso de reforma de la misma. Pero del análisis del texto, se advierte que el Proyecto no da solución a estos problemas. No hay en su articulado mecanismos que den respuesta al insuficiente acceso a la justicia de los sectores más desprotegidos. Tampoco parecieran suficientes las previsiones sobre equidad de género, ni en la composición de la justicia ni en una efectiva perspectiva traducida en el proceso y las sentencias. La propuesta se reduce a una reorganización de la Justicia penal federal y a la creación de más Juzgados y Cámaras federales. En definitiva, una oportunidad pérdida.


Mientras seguimos mirando asombrados la punta del iceberg, en el fondo crece la masa de hielo. 

Por Miryan Andújar
Abogada, docente e investigadora
Instituto de Bioética de la UCCuyo