Mario Vargas Llosa.

La irrupción del llamado "fenómeno Milei" en la escena política argentina, puede tener como correlato el manejo a veces inapropiado del término "libertad". Milei y sus seguidores se hacen llamar "libertarios" y están en pleno derecho de hacerlo. Pero se viene observando un cierto desvío en los conceptos, que puede confundir y a lo mejor echar por la borda la oportunidad que se presenta, de suscribirse a las ideas básicas de una concepción económica, el liberalismo, que ha demostrado históricamente su utilidad para provocar grandes transformaciones en la calidad de vida de los pueblos. Entonces, no ser cuidadosos en explicar de qué se trata ser liberal, puede ocasionar un efecto contraproducente en los ciudadanos que están en búsqueda de otra solución para sus problemas económicos. 

Javier Milei.

Respeto profundamente la formación profesional de Milei, pero guardo reparos con su manera de transmitir, las ideas que, expresadas a veces con bravuconadas y como si fuesen una religión o un dogma, favorecen a los detractores del liberalismo. Estos se encuentran hoy en franca contienda, y buscan sostener políticas obsoletas que nos han llevado a la situación desesperante que marcan los datos estadísticos. Y no lo hacen porque no desconocen esa realidad, sino por el peligro de perder sus privilegios.


El pensamiento de Mario Vargas llosa


El escritor peruano y premio nobel, Mario Vargas Llosa, de quien no puede dudarse su condición de liberal, ha dicho recientemente que "el liberalismo ha generado en su seno una enfermedad infantil, el sectarismo, encarnada en ciertos economistas hechizados por el mercado libre, como una panacea capaz de resolver todos los problemas sociales". Y agregó, "a ellos sobre todo conviene recordarles el ejemplo del propio Adam Smith, a quien se atribuye ser el padre del liberalismo, quien en ciertas circunstancias toleraba incluso que ser mantuvieran ciertos controles y subsidios, cuando al suprimirlos podía acarrear en lo inmediato más males que beneficios".


En efecto, Adam Smith sentó las bases del liberalismo en su libro "La riqueza de las naciones", en 1776, y creía en el trabajo de los individuos, impulsados por su propia iniciativa personal. Libre de regulaciones, de la intervención de la economía por parte del estado, de los aranceles proteccionistas que tienden a asegurar los privilegios de determinados socios del poder, y fomentando la competencia que consideraba sana y constructiva.


Vargas Llosa, sostuvo que "un gobierno liberal debe enfrentar la realidad histórica y social de manera flexible, sin creer que se puede encasillar a todas las sociedades en un solo esquema teórico". 

"El estado debe asegurar la libertad, el orden público, el respeto a la ley, la igualdad de oportunidades". (Mario Vargas Llosa, Escritor)

Lejos de anular la idea de estado, sostiene la necesidad del mismo pero enmarcado en una síntesis de fortaleza y eficacia, que no significa un estado grande. 


"El estado debe asegurar la libertad, el orden público, el respeto a la ley, la igualdad de oportunidades".


Estos conceptos del escritor peruano, clarifican el motivo de esta nota, sobre la imperiosa necesidad de no caer en los extremismos mesiánicos de quienes ponen al mercado por encima de las instituciones. 


El liberalismo se torna así en un concepto vago e impreciso,  que eligen los populismos para echarle la culpa de todos los males. Lo que muestran las estadísticas, sobre crecimiento de la inflación y la pobreza, se debería a su exclusiva responsabilidad, cuando debe decirse que al menos en los últimos 50 años no se ha practicado un verdadero liberalismo en nuestro país y tenemos cada vez más inflación y más pobres. 


En busca del equilibrio 


Conviene decir, entonces, que subir al liberalismo al altar de la suprema bonanza económica, como si fuese un dios de doctrina irrebatible, es un error en mi apreciación. Nada que fuese llevado a los extremos, que nos aleje del equilibrio, puede ser sano de por sí. Sus lineamientos deben seguir los principios republicanos establecidos en la Constitución, no despojados de un necesario pragmatismo que atienda las necesidades de una población vulnerable y sacudida por los vientos destructivos del estatismo, el bloqueo del comercio internacional, y otros síntomas propios de un estado dictatorial.


La atracción que ejerce Milei interpreta el sentir de una ciudadanía que se ha dado cuenta que tantos años de aparente protección, la ha degradado y rebajado a niveles de pobreza e indigencia. Pero encontrar el punto de equilibrio, es una obligación de quienes desean honestamente producir un cambio en esa situación. Como fueron los idearios de finales del siglo XIX, encarnados por Sarmiento, Mitre, Roca, Avellaneda, Pelegrini, Alberdi y otros, que conformaron la conocida como "generación del 80" y que hicieron grande a nuestra patria.