A propósito de la muerte de Fidel Castro y sus correspondientes rituales mortuorios, cabe recordar en primer lugar que estas conductas fúnebres, son consideradas desde la perspectiva antropológica, como ritos de pasajes de la vida a la muerte o de una vida a otra, tomando un cariz especial cuando se trata de hombre público, amados u odiados por la gente.

En nuestra historia argentina, los más recordados son los de Hipólito Yrigoyen y Eva Perón, exceptuando los artistas o cantautores como Carlos Gardel. El caso del caudillo radical resulta paradigmático. Falleció en 1933.

Tres años antes un golpe de Estado lo había desplazado del gobierno, en reemplazo de un aplaudido Uriburu. No obstante en sus funerales y sepelio, una verdadera multitud acompañó sus restos, constituyendo una de las exequias más convocantes que hubo.

Llegamos a julio de 1952, día en que murió Eva Perón. La misma noche del 26 su cuerpo fue embalsamado de forma temporaria por el médico español Dr. Pedro Ara. Luego se inició uno de los funerales más multitudinarios que se tenga memoria, el cual se prolongó hasta el 11 de agosto.

Ante sus restos, que fue velado en el Ministerio de Trabajo, desfilaron millones de personas.

En el orden mundial podemos citar la muerte de Ghandi, asesinado en 1948. De la misma manera se llevó a cabo un "mega-funeral.

Entre tantos escritos referidos al trágico final de quien logró cambiar el rumbo de la historia de la India, a través de una revolución pacífica; encontramos el siguiente: "El catafalco de Gandhi sería, durante todas las ceremonias fúnebres, una simple tabla de madera. No era una elección simbólica, se trataba de la ascética cama en la que durmiera Gandhi.

Fue colocada sobre la barandilla de la terraza de Birla House, la mansión que el millonario Ghanshyam Birla había puesto a disposición de Gandhi en Nueva Delhi, y donde había sido asesinado.

La mortaja blanca era su cinta, como había sido la vestimenta de Gandhi, y dejaba ver cabeza, hombros y pecho desnudos; unas pocas flores estaban esparcidas sobre el cuerpo.... A posterior sus restos fueron cremados.

Por último, entre tantos funerales convocantes, recordamos la del líder soviético, Josef Stalin. Falleció de un ataque al corazón en 1953. El féretro fue mostrado en la sala de columnas de la Casa de los Sindicatos.

El pueblo desfiló durante tres días completos, realizándose a la par velorios en toda la ex URSS. El 9 de marzo de 1953, el cuerpo embalsamado de Stalin fue sepultado en el panteón de Lenin.

A manera de conclusión y prescindiendo de las lecturas sentimentales que se suelen hacer, existen dos reflexiones realizadas por antropólogos, una es que los funerales poseen una suerte de doble función o dualidad: son integradores y a la vez excluyentes, en cuanto a lo que provocan en la sociedad, y la otra se refiere a la manipulación de estos eventos: la capacidad política que ostenta el fallecimiento de un hombre público.