La solución de los graves problemas de Venezuela es asunto de los venezolanos. Sin duda, la comunidad internacional, la Iglesia y otras notables Instituciones, están llamadas a dar la mano. 


Queremos aquí realizar un breve comentario a la "carta fraterna" que la conferencia episcopal de Venezuela difundió la semana pasada, al término de su 113ª Asamblea Plenaria, en la que advierte que el país vive "un régimen totalitario e inhumano" y denuncia que la crisis se ha convertido en una emergencia humanitaria "moralmente inaceptable".


Los obispos reconocen "los esfuerzos realizados desde diversas instancias internacionales para atender la situación de Venezuela" y reiteran que "siguen apostando al diálogo sincero y las negociaciones que reúnan las condiciones de respeto a los derechos fundamentales del pueblo venezolano".


Y expresan con meridiana claridad y coraje: "Quienes hoy están al frente del gobierno, lo que cuenta no es el bien común sino el interés desmedido de riqueza y poder hegemónico, capaz de resquebrajar todo intento de vivir en auténtica democracia".

Venezuela vive una crisis social, económica y política que lejos de superarse, se agrava cada día y viola el derecho fundamental a la vida.

¿Cómo es el clima institucional y anímico de la otrora potente Venezuela? Lo dice la misma carta: "Vivimos en un régimen totalitario e inhumano en el que se persigue la disidencia política con tortura, represión violenta y asesinatos, a esto se añade la presencia de grupos irregulares bajo la mirada complaciente de las autoridades civiles y militares". No se usa la palabra "dictadura", pero hay numerosos indicios.


La crisis que golpea el país se ha convertido en una emergencia humanitaria moralmente inaceptable, caracterizada ya por el menosprecio a la dignidad irrenunciable de la persona humana. Sólo saber que la inflación de 2019 fue del 7.246% es alarmante.


Venezuela vive una crisis social, económica y política que lejos de superarse, se agrava cada día y viola el derecho fundamental a la vida, a la educación, a la salud, a la integridad y al desarrollo.


Los Pastores se comprometen también a apoyar a todos, especialmente a quienes "pasan hambre, desolación, desatención médica, cárcel por motivos políticos, persecución y maltrato de su dignidad".


No son otros sino los propios venezolanos los que tienen ante sí el desafío. El pueblo, con sus diversas expresiones de vida social y cultural, es el auténtico sujeto y protagonista del cambio requerido en Venezuela, cambios de estructuras y personas, para llevar al país hacia mejores condiciones de vida.


Los obispos venezolanos agregan que para lograr este cambio es necesario que las personas tengan la mirada puesta en los principios y valores fundamentales, "sin dejarse manipular por quienes quieren comprar su conciencia con dádivas o con falsas promesas y expectativas".


Frente a los últimos acontecimientos de atropello a la Asamblea Nacional, los obispos exigen que los miembros de la Fuerzas Armadas se guíen por "la sana conciencia de su deber, sin servir a parcialidades políticas, respetando la dignidad y los derechos de toda la población, como juraron ante Dios y la Patria".


Además, piden al gobierno de Nicolás Maduro y a la oposición prestar atención a las necesidades de los ciudadanos y valorar la generosidad y la valentía de quienes han aceptado los riesgos del rescate de una verdadera democracia. 

Por el Pbro. Dr. José Juan García
Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo