Pobre Mafalda, tan dulce e inocente como punzante de amores reclamados! En el debe de la vida y caída en los olvidos de la muerte quedará su pensamiento...".


Entre las reflexiones que leí sobre la muerte de Joaquín Lavado (Quino), una escrita en Córdoba me conmovió hasta la médula; sólo decía: "¡Pobre Mafalda!". Es así, no sólo se ha ido hasta el aura celeste el padre de una criatura excepcional que nos demandaba principios, coherencia, igualdad y profunda ética; Quino se lleva con su ilusión de candelas la voz y el sentimiento de una pequeña que quedará enormemente huérfana de todo, porque ahora ni siquiera podrá susurrar frases bellas y fundamentales, se quedará sin soplo ni voz y nosotros sin su infinita infancia iluminada. 


Quino se lleva todo con ella y nos deja a la intemperie de las mismas encrucijadas que tiene la humanidad y que especialmente a los argentinos nos implica una deuda moral e institucional enorme.


¡Pobre Mafalda, tan dulce e inocente como punzante de amores reclamados! En el debe de la vida y caída en los olvidos de la muerte quedará su pensamiento: "Todos creemos en el país, lo que no se sabe es si a esta altura el país cree en nosotros".


O su agrio desengaño a flor de piel: "Tenemos hombres de principios, lástima que nunca los dejen pasar del principio". Es cierto, según la dulce pero interpelante mirada de la niña, hasta acá vienen triunfando los peores, salvo menores excepciones. Los hombres de principio siguen porfiando en la cola de espera de la dignidad; no son tantos como quisiéramos los que han prestigiado el regalo de haber nacido, pero viven y porfían convencidos que ese es el camino de Dios o la Naturaleza.


"Mafalda me echó a perder como dibujante", confiesa el gran artista. El originario trazador de imágenes tuvo que dejar paso al pensador, al hombre dolido pero impetuoso que todos los días habría de sorprendernos la moral y adornarnos el alma. 


En un cuadernillo desgastado de una escuelita perdida en las afueras de un pueblo casi olvidado, la imagen de una pequeña de rostro angelical y palabra profunda se ha erigido en faro. A pesar de todos los contra Dios, a pesar de todos los mancilladores de poemas, de todos los traidores de la inocencia, Mafalda ha logrado arribar victoriosa a una orilla olvidada y a todos los mares del mundo con su misma sonrisa de ángel, sus ojitos de nena y su voz victoriosa. El viento de un Sur doloroso le ha despeinado su cabecita en la lucha; los huracanes rojos de los pueblos en guerra pugnan por derribarle el corazón; los discursos engañosos de naciones opulentas pero injustas le ponen renga el alma; pero no, de soslayo mira al pasar países donde la ética y la igualdad existen; entonces respira hondo, descarga en el aire el manantial de su bella sonrisa y se convence de que el amor existe, que nada ha sido en vano. 

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.