Formas. Los mapuches utilizan incluso métodos violentos para sus reclamos en el sur del país.

Será difícil encontrar para atrás el rastro lingüístico, pero es bastante reconocido que el "che" por el que se nos reconoce en el mundo y sobre todo después de la popularidad de Ernesto "Che" Guevara, no viene de los mapuches sino de los tehuelches. "Che" pibe, vení votá diría años atrás Raúl Porchetto, trayendo para el arte popular una forma de expresión que ya había registrado el tango de Homero Manzi en "Che" bandoneón, ese diálogo entre el músico y el "fueye dormilón que se apiada del dolor de los demás". Tehuelche, hombre bravo según supone la etimología de su lengua, fue la raza autóctona de la Patagonia elegida por el caricaturista Dante Quinterno para ponernos en la piel del único héroe de ficción realmente original de la literatura de nuestro país, Patoruzú. Hoy recordamos con nostalgia las desventuras de nuestro amerindio, su secuela, la infancia de Patoruzito y hasta percibimos desde el papel el aroma de las empanadas caseras de la "Chacha" o las ocurrencias de su amigo Isidorito. Nos damos cuenta de que fue uno de los que perdió la guerra contra los invasores Araucanos y sus derivados mapuches, que llegaron desde el otro lado de la cordillera. Hoy son aquellos invasores, los mapuches, que eliminaron en pocos años a tehuelches, onas, yamanas, yaganes, pehuenches, ranqueles y otras razas en el que fue el primer genocidio conocido de la región. Ellos, esos mapuches, reclaman tierras que nunca les pertenecieron y derechos que históricamente no tienen. Tanto es así que no hay registro de esa tribu en los numerosos escritos de la campaña de señoreo de la Patagonia para la nacida República Argentina que realizó en su carácter de Jefe del Ejército el General Julio Argentino Roca, tucumano mandado por otro tucumano, el Presidente que sucedió a nuestro Sarmiento, Nicolás Avellaneda. Tampoco aparecen en la serie diaria de informes del General Lucio V. Mansilla que dieron lugar a su premiado libro "Una excursión a los indios Ranqueles". Mapuches que no son mapuches, originarios que no son originarios, reclaman territorios que, como ocurrió tantas veces en la historia, algunos quitaron por la fuerza a otros. Hay que retroceder miles de años para encontrar a los verdaderos primeros habitantes de la zona que, parece cierto, llegaron desde Asia por el estrecho de Behring en el norte y fueron bajando hasta encontrar esa zona fría y hostil en la que se aquerenciaron. Pero no hay duda de que no fueron mapuches, de quienes se tiene conocimiento tardío y, como decíamos antes, muy posterior a los verdaderos pueblos autóctonos de la Patagonia argentina. Sin justificar sus métodos violentos, si les asistiera algún derecho sería del lado chileno no del lado argentino en el que aún están debiendo esos crímenes del pasado. Los tehuelches no reclaman porque no existen, fueron exterminados por los invasores mapuches, que tampoco son los que actúan hoy como tales. Si es por provenir de una raza, si es por eso, todos venimos de alguna parte y tenemos alguna ascendencia. En San Juan, prevalecen los apellidos españoles e italianos que serían lenguas jaféticas, descendientes de Jafet, el tercer hijo de Noé, aquél de la famosa Arca. No se debe admitir que se funde un país dentro de otro permitiendo leyes propias y ajenas a las de nuestro Parlamento, que no respeten la autoridad nacional ni a los gobernadores e intendentes en nombre de la supuesta superioridad moral de una diversidad cultural que para colmo es falsa y argumentada por impostores. Dar entidad a los reclamos violentos de estos indios modernos que no tienen más sangre antigua que cualquiera de nosotros implicaría sembrar una semilla que no tardaría en extenderse en todo el territorio nacional con consecuencias imprevisibles cuando parece que ya tenemos suficientes problemas incluyendo las tomas de terrenos en Buenos Aires. Sería absurdo pretender volver al pasado, desconocer a irlandeses y perseguidos religiosos británicos sus derechos en América y otro tanto a los conquistadores españoles y portugueses más al sur. La colonización ha caído en desuso y se da el proceso inverso, por ejemplo la emigración de africanos a Europa curiosamente contraria a la vieja aspiración imperial de Inglaterra, Portugal, Francia, España, Bélgica, Italia y modernamente la Alemania de Hitler y la URSS de Stalin. Ahora son ellos los "colonizados". Los argentinos siempre nos percibimos como crisol de razas, un espacio en que se funden judíos, árabes, negros, caucásicos y, como dice nuestro preámbulo "constituir la unión nacional y asegurar los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo que quieran habitar en suelo argentino". Si es que tuvimos problemas étnicos, fueron resueltos en el siglo XIX, restablecerlos ahora para satisfacer el snobismo de pequeños grupos intelectuales carentes de sentido común, sería de una torpeza imposible de justificar. El viejo tehuelche Patoruzú, desde su tumba de papel en las hemerotecas, no nos lo perdonaría.