Después de haber realizado una descalificación sistemática, institucional y política, al desarrollo de la gran minería -en particular sanjuanina-, la provincia de Mendoza explotará el yacimiento de potasio más grande del mundo, con una inversión de 25.500 millones de pesos por parte de la empresa brasileña Vale Do Río Doce. El anuncio oficial, tras la reunión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con los directivos de la poderosa multinacional, no deja dudas sobre el giro dado en la posición mendocina acerca de la minería. Las expectativas económicas, con amplia proyección social a partir de la creación de más de 12.000 nuevos empleos, que se sustentarán a lo largo de los 80 años de la factibilidad del yacimiento ubicado en Malargüe señalan la trascendencia del emprendimiento que ubicará a la Argentina en el tercer mayor exportador mundial y quinto productor global en cantidad de potasio, macronutriente mineral que se destina en su totalidad a la recomposición de los suelos cultivables.

También habrá una transformación regional, ya que las obras ligadas al complejo minero industrial se extenderán en las provincias de Neuquén, Río Negro y Buenos Aires con la construcción de 400 km de ferrocarril de última generación, una terminal portuaria en Bahía Blanca; la puesta en marcha del primer yacimiento de gas no convencional en conjunto con YPF; la construcción de central eléctrica al pie del yacimiento, así como caminos, electroductos y un vasto desarrollo industrial y de servicios. Semejante impulso de la gran minería al crecimiento de la vecina provincia, en momentos en que las grandes inversiones están prácticamente frenadas por la crisis financiera mundial, escapa a todo comentario.