La figura que recuerda al gran Sarmiento.

Por Carlos R. Buscemi
Escritor

En los tiempos que transitamos los argentinos tomamos notas y advertimos que cada día toma mayor vigencia la estatura del gran maestro, a partir del tardío reconocimiento que ha operado con la publicación de novelas, ensayos y demás, que intentan explorar e indagar en la profundidad de su pletórica vida. Alguien quizá pueda interpretar que esta popular adhesión al sanjuanino más grande de todos los tiempos, se debe en gran parte a una moda o bien originado en un simple esnobismo de las épocas que corren, pero esta interferencia está muy lejos de la realidad. Lo que ocurre es que la sociedad argentina está ávida de modelos, sólo existen ídolos. De ahí que los argentinos masivamente hayan revalorizado a este prócer, porque lo invocan para que desde el bronce se transforme en brújula de los tiempos que vivimos, donde todo lo que se privilegia es el poder, la fama y el dinero obtenido rápidamente.


Con este panorama y con la educación y la cultura devaluados en un punto alarmante, surge un grito que invoca a Sarmiento y que reactualiza su famosa máxima: "Hay que educar al soberano''.


Poseedor de una honestidad personal intachable tenía un temperamento caracterizado como explosivo y su figura prevalecerá a través de los tiempos porque sin lugar a dudas es la herramienta válida para luchar contra la "barbarie'' surgida durante los últimos años a pesar de las campañas que el fundamentalismo reaccionario puso en marcha en su contra para pasarlo al archivo del olvido. Su vida estuvo regida por el valor, y así fue que con el mismo valor asumió posiciones y soportó las consecuencias de las decisiones que adoptaba. Quizá era exagerado en sus actitudes, pero admitía sus defectos sin ningún disimulo. En su monumental obra "Facundo'' explicó que los caudillos encarnaban la barbarie campesina, que debían ser reemplazados por la civilización de las ciudades, y de vuelta al país intentó aplicar estos conceptos promoviendo iniciativas progresistas. De todas las presidencias históricas, sin dudas la de Sarmiento, fue la que ofreció una mayor capacidad de respuesta en todo el amplio sentido de la palabra, y orientó sus mayores esfuerzos hacia el desarrollo de la educación pública, la provisión de una colección de literaturas clásicas y nacional a las bibliotecas que él mismo había fundado.


De los tantos hechos que agigantan su figura fue la conveniencia de vincular a la Argentina en las relaciones económicas con todas las regiones del mundo. Deberíamos reconocer que hoy nos esta faltando un Domingo Faustino Sarmiento, un hombre de carne y hueso que vivió adelantado a su época y que quiso lo mejor para nuestro país. No hay palabra para justipreciar semejante personalidad que nació en suelo sanjuanino y surcó el territorio de nuestra patria. El mejor homenaje que podríamos tributarle es rememorar las sentidas palabras de otro gran argentino como lo fue Carlos Pellegrini presente en el acto de inhumación de sus restos, cuando afirmó que "Sarmiento fue el cerebro más potente que haya producido América, y en todo tiempo y en todo lugar hubieran tendido sus alas de cóndor y morado en las alturas''.