A pesar del panorama realista que he mostrado en la primera parte de este artículo y que puede parecer negativo se puede y se debe ser optimista, basándonos en algunas señales positivas. Especialmente porque hay docentes con espíritu de superación que, aún en las condiciones que describí anteriormente, enseñan:

* "Aprender a aprender". Excelente. Los conocimientos varían aceleradamente y pronto lo que se aprendió hace poco, será obsoleto.

* A "Emprender". Excelente. Estadísticas muestran que en este siglo se cambiará varias veces de actividad a lo largo de nuestra vida útil. Y la única manera de enfrentar esos cambios es sabiendo emprender diferentes actividades para tener éxito en situaciones nuevas.

* La "Solidaridad". Excelente. La solidaridad encierra otros valores, tales como el respeto, la tolerancia, la comprensión, la emoción de ayudar a quien lo necesita.

* "Creatividad". Excelente. Sólo personas creativas pueden afrontar tantos desafíos a la vez.

* Mediante "Juegos". Excelente, siempre que no se pierda de vista que el juego es solo un medio y no un fin en el aprendizaje.

* "Trabajos en Equipos". Excelente. Sólo es necesario tener cuidado con la composición, guía y seguimiento de los grupos.

* Mediante "Informática". Esta innovación ha marcado un antes y un después en la educación. Es un tema tan necesario como delicado y complejo, principalmente ante la posibilidad de que el alumno copie y pegue sin entender -sin contar el posible plagio-, para lo cual es necesario contar con estudiantes éticos, honestos y responsables.

Y así como hoy pareciera necesaria una nueva educación, para lograrla es necesaria también una nueva sociedad, un proyecto de país estable que sea un soporte de aprendizaje válido a través del tiempo, que se constituya en una guía de enseñanza por encima de cualquier modelo educativo que se aplique.

Esto implica definir qué país se quiere,y para ello es necesario que los dirigentes políticos superen las diferencias partidarias entre sí para diseñar un plan a largo plazo de una nueva Nación, ubicando a la Educación en un lugar de privilegio, siguiendo el ejemplo de países que se volvieron potencias apostando a ella. Por el momento, esto es una utopía.

Mientras tanto, hay posibilidades de producir algunos cambios aunque, claro está, esos cambios no llegan solos. Honestidad, recuperación de la cultura del esfuerzo y aplicación de iniciativas personales y colectivas de la población son claves para lograrlos. 

Tengamos esperanza, siempre teniendo en cuenta que existen dos tipos de esperanza: la "Pasiva" (Dios quiera que..., sería lindo que..., esperemos que...), y la esperanza "Activa", que consiste en que cada ciudadano sea un decidido protagonista en el proyecto de un nuevo país y, aunque sea mínimamente, en su concreción. 

En ese camino, ojalá que personas éticas, de buena voluntad y capacidad de discernimiento y decisión asuman con valentía sus responsabilidades para el logro de una Argentina pujante y renovada.

(*) Arquitecto. Profesor Emérito (UNSJ). Especialista en Docencia Universitaria.