El gobernar es cosa seria. Se supone que es esa la lógica de todo aquel que pretenda cargos en el ejecutivo de un municipio, una provincia o un país, pero sin embargo en nuestra Argentina eso cambió en algún punto de nuestra historia reciente. Por constitución todos sabemos que "cualquier argentino puede acceder a cargos electivos con la simple condición de ser mayor de edad, nacido en argentina o naturalizado con un mínimo de residencia en el País", lo cual pone en un pie de igualdad a todos los habitantes de nuestra nación. Las tres cualidades de un político son: Pasión (servicio o vocación hacia una cosa), sentido de la responsabilidad y mesura (capacidad para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad). Pero también hay algo que se le debe exigir a todo aquel que desee representarnos y es una virtud que todos, a la hora de votar, deberíamos tener en cuenta y es que nuestros candidatos deben ser Probos y sobre todo estar "capacitados intelectualmente", para el cargo o función que pudiesen o desean desempeñar.
Probo, cuyo origen etimológico nos lleva al latín probus, es un adjetivo que permite calificar a quienes disponen de probidad. Esta virtud se vincula con la rectitud y la honestidad de una persona. Un individuo probo, por lo tanto, es honesto, honrado e íntegro. Quienes son probos actúan de acuerdo a las normas morales de su comunidad y respetan las leyes, sin cometer delitos ni faltas éticas. Ahora bien, todo esto no funcionaría del todo bien si "el candidato …a" no posee cierta "preparación intelectual" y ambas virtudes van absolutamente de "la mano", dando un ejemplo absurdo: ¿De qué sirve que una persona sea proba si no sabe lo que es H2O? o a la inversa ¿De qué sirve que una persona este muy bien preparada Intelectualmente y saber de memoria toda la "tabla periódica de elementos", si no es honesto, honrado e íntegro?
Hay algo que se le debe exigir a todo aquel que desee representarnos y es una virtud que todos, a la hora de votar, deberíamos tener en cuenta, que nuestros candidatos deben ser probos y capacitados intelectualmente.
Para Platón, el prominente filósofo griego, seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, conocido por sus Diálogos y por fundar su Academia en Atenas (387 aC), tradicionalmente considerada la primera universidad del mundo occidental, sostenía que: Si estuvieras en medio del océano en un barco, ¿qué harías?: 1- convocarías una elección para ver como pilotear el barco o 2- ¿tratarías de averiguar si hay alguien a bordo experto en hacerlo? Si escogiste 2, presuntamente piensas que los conocimientos especializados son útiles en este tipo de situaciones, no quisieras que meros aficionados estén adivinado qué hacer cuando se trata de asuntos de vida o muerte.
¿Y qué opinas cuando se trata de quienes pilotean el gran barco que es un Estado?, ¿No sería también más efectivo encontrar a alguien experimentado para que fuera el líder a votar?
Eso es lo que Platón, el gran filósofo de Atenas (la cuna de la democracia), alegó hace unos 2.400 años en el libro VI de la "República”, uno de los primeros y más influyentes textos sobre casi todo: justicia, naturaleza humana, educación, virtud.
Pero Platón también consideraba que votar por un líder le parecía arriesgado pues los electores eran fácilmente influenciados por características irrelevantes, como la apariencia de los candidatos o su verborragia, muchas veces demagógicas; y no se daban cuenta de que se requieren calificaciones para gobernar, así como para navegar.
"El gobierno ha de ser ejercido por los más aptos y entendidos; y el nuestro, cualquiera que sea la suficiencia de luces, ha estado siempre en manos de los más inteligentes patriotas" . Domingo Faustino Sarmiento.
Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista