Cuando el presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, me dijo poco antes de asumir el domingo que Chile podría convertirse en el primer país desarrollado de América latina en 2025, mi primera reacción fue de escepticismo. Pero, pensándolo bien, su pronóstico podría no ser disparatado.


Piñera, un magnate que ya ocupó la presidencia entre 2010 y el 2014, dice que en su nuevo mandato va a "recuperar ese liderazgo y ese dinamismo que perdimos en los últimos años' y "transformar a Chile en un país desarrollado hacia el año 2025'. Chile redujo la pobreza de cerca del 40% de la población al final de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990 al 11,7% en 2015, más que cualquier otro país latinoamericano.

Sebastián Piñera, nuevo presidente chileno.


Mientras los dictadores de Cuba y Venezuela golpeaban la mesa y pronunciaban discursos incendiarios que no hacían más que ahuyentar a los inversionistas y empobrecer a sus países, Chile logró crecer sin grandes histrionismos, en democracia, bajo gobiernos de centro izquierda y centroderecha.


Pero el "modelo chileno' comenzó a pincharse en los últimos años. Mientras el país crecía a un promedio de 5,3% anual durante el primer mandato de Piñera, la economía se desaceleró a un promedio de 2% anual bajo su sucesora Michelle Bachelet. La economía creció sólo un 1,7% el año pasado.


Piñera dice que convertir a Chile en un país del Primer Mundo "es un proyecto de ocho años'. La Constitución sólo le permite cuatro años consecutivos en el poder, pero la prueba de su éxito será si los chilenos eligen a un candidato de ideas afines en 2021.


En rigor, hay muchos factores que podrían evitar que Chile sea un país desarrollado en 2025. Piñera había pronosticado durante su presidencia anterior que Chile podría alcanzar el desarrollo en 2020, y eso no pasará. Pero Chile no está muy lejos del ingreso per cápita de Portugal y otros países que están al final de la lista de las naciones más desarrolladas. El PBI per cápita de Chile es de u$s 25.000 al año, y el de Portugal u$s 30.000 al año.


Entre las cosas que podrían irle mal a Piñera está la posibilidad de que Chile no se beneficie de los altos precios del cobre y otras materias primas que lo ayudaron en su primera presidencia. Asimismo, Piñera podría encontrar escollos políticos para implementar su agenda económica, porque el nuevo presidente no tendrá una mayoría en el Congreso.


Y los chilenos están ansiosos. Han estado escuchando durante décadas que están cerca de convertirse en un país del Primer Mundo, y quieren poder vivir como en el Primer Mundo. Si Piñera no produce un crecimiento equitativo, podrían haber protestas callejeras que descarrilen sus planes económicos.


Pero Piñera también tendrá varias cosas a su favor. La coalición opositora de centroizquierda de Chile ha dado un giro brusco a la izquierda, lo que le permitirá construir alianzas con legisladores moderados de centroizquierda.


Alejandro Werner, director para América latina del Fondo Monetario Internacional, dice que según los estándares del FMI "es probable que para el año 2025 Chile sea catalogado como un país desarrollado'.


Eso sería un logro histórico de los gobiernos de centro izquierda y centroderecha que han gobernado a Chile desde el final de la dictadura de Pinochet, y enviaría una poderosa señal al mundo.