Ejemplo de conservación, la celda de San Martín.

Visitando la última Feria Artesanal realizada en la provincia, vino a mi memoria la función que había tenido hace un tiempo el sitio elegido para este encuentro anual, el velódromo del Parque de Mayo. Un lugar emblemático para los sanjuaninos a los que siempre nos gustó el ciclismo.

Pensé, entonces, si era solo yo la que ponía en valor las obras que fueron significativas, pero recordé que hace años tuve un profesor, el arq. Jorge Bozzano, quien hacía referencia en forma seguida al arquitecto Gustavo Giovanini, defensor del Patrimonio arquitectónico abocado a la problemática de la conservación, algo que en San Juan se podría haber considerado un poco más.

Giovanini nació en Italia en 1873, y fue uno de los arquitectos más destacados de su generación, especialmente por su carácter conservacionista. Estuvo íntimamente influenciado por otros arquitectos de quienes heredó la aproximación sistemática relacionada con la teoría de la conservación.

Entusiasmado por los edificios del pasado se aboca a esta temática, estudiando fundamentalmente la función o el destino que tenían los edificios en profunda relación con la función y la forma.

Presta especial atención al sitio en donde ha de insertarse el edificio; le interesa lo ambiental, la reglamentación de ordenamiento urbano y la reconstrucción de zonas destruidas por terremotos o guerras.

En 1906, Giovanini con Mariano Borgatti dan impulso a investigaciones y trabajos de recuperación de edificios y promueven el interés por el pasado, y por la tradición. Giovanini actúa como relator de la Comisión formada con el fin de revalorizar los restos arquitectónicos de Roma.

Para este arquitecto, la arquitectura es un lenguaje que se transforma lentamente. No sigue derroteros individuales, sino que se vale de contribuciones particulares. Va recogiendo, encuadrando, asimilando e integrando contenidos. Este lenguaje es obra de una comunidad, de un pueblo y a él debemos mirar.

Eso es lo que pretendo que tengamos en cuenta en nuestra provincia para no perder el importante, aunque escaso, patrimonio arquitectónico, cultural y turístico.

Es en la época de las vacaciones, las de invierno fundamentalmente, cuando tomamos conciencia de la escasez de patrimonio que disponemos para ofrecérles a quienes nos visitan y es cuando recordamos todo lo que hemos perdido y nos damos cuenta que no podemos seguir desechando esa riqueza y esos recursos.

Giovannini también nos dice que otra fuente válida de inspiración y de enseñanza proviene del folklore: "Esta arquitectura menor es el arte escondido de la humanidad". Por eso recomienda a los estudiantes acercarse a conocer la arquitectura modesta. Una arquitectura hecha para el pueblo.

Todo esto lo investigué porque aún no me reconcilio con todo lo que se ha perdido en la provincia y que ahora no podemos ofrecer al turismo. Nos falta la Estación San Martín, la Estación Talacasto y ahora el velódromo Vicente Chancay. Tengamos en cuenta esto para no seguir relegando cosas importantes.

(*) Licenciada en Turismo.