El criminal de guerra y presidente de Rusia, Vladimir Putin, un peligro para el mundo.


En ruso no existe la palabra "Estado", sino que se utiliza gosudarstvo, que significa literalmente "el dominio del amo". El Estado ruso tiene entonces un líder, un señor que impone designios y comanda a voluntad sobre las tierras que domina. Con esa curiosidad léxica en mente como punto de partida, el doctor en Historia * Claudio Ingerflom nombró a su nuevo libro: El dominio del amo: El Estado ruso, la guerra con Ucrania y el nuevo orden mundial. En sus páginas analiza el desarrollo histórico del poder en Rusia, desde el principado de Moscú en el siglo XV hasta la invasión a Ucrania de 2022. Más que una evolución, parece ser la repetición constante de las mismas fórmulas pasadas: un líder fuerte e inalcanzable, déspota, sin cuestionamientos, sin críticas, reaparece una y otra vez al mando. Como si no hubiera alternativas.


Ingerflom examina la historia rusa porque es su profesión -como historiador, está especializado en Rusia-, pero también porque es el mismísimo Kremlin el que hace un recorrido similar y recurre al pasado para buscar justificaciones. Vladimir Putin y su círculo más cercano proponen relatos casi mitológicos de un gran estado eslavo unido, de aquel imperio que existió alguna vez y que hoy tiene la obligación de resurgir como potencia después de la disolución soviética. A esto se le suma el factor religioso, la idea de Rusia como una Tercera Roma destinada a guiar y a perdurar frente a un occidente decadente.


- ¿Hay posibilidad de salir de esta repetición en Rusia?
- Gorbachov, último líder de la Unión Soviética, intentó romper con eso en alguna medida. Decía que el pueblo es soberano, pero cuando el pueblo lituano quiso ser independiente le mandó los tanques. Si hubiese sido más cauto, más inteligente, podría haber sobrevivido. Pero tenía sus límites: lo viejo que sigue funcionando. Hoy los dirigentes en Rusia dicen que no se puede gobernar sin un ejecutivo fuerte y tienen razón en un punto: los conflictos internos son tan agudos que para mantenerse en el poder tienen que usarlo por todos los medios a su alcance.

- ¿Por qué la invasión a Ucrania se da ahora y no antes?
- Rusia se estuvo preparando para esto desde el día en que Putin llegó al poder. Es su venganza, su forma de restaurar su potencia y salir de lo que vivieron como una humillación a partir de la disolución de la URSS. Mucho más humillante que lo que les impuso Estados Unidos fue ver cómo se liberaron los lituanos, los ucranianos o los azerbaiyanos. Ahora los rusos consideraron que ya estaban lo suficientemente armados y encontraron al eslabón débil, que es Ucrania. Pensaron que si tomaban Ucrania y destituían al gobierno era una derrota de todo occidente y cambiarían las relaciones internacionales, el orden mundial. Y además están convencidos de que nosotros en occidente somos débiles, que estamos totalmente pervertidos.

- ¿Existe una aspiración real de extender geográficamente la guerra?
- No es el único que lo dice. También lo dice Putin sin decirlo cuando habla del bautismo de la Rus en el siglo X. Pero Rusia no existía en ese momento y el príncipe que se bautizó es el príncipe de Kiev. Entonces Kiev puede decir que los moscovitas son parte de Ucrania. Cuando Putin dice que ese bautismo es la base espiritual de Rusia está diciendo que todos los eslavos tienen que estar unidos con el estandarte ruso a la cabeza, que hay que sacarles la identidad a los ucranianos y a los bielorrusos. Dice que los demás tienen que ser razonables, que la guerra actual es un aviso para los que no lo sean. Sí, hay una aspiración real.

- ¿Rusia puede cumplir con eso?
- Yo soy pesimista, racionalmente hablando. Puede parecer que exagero. Pero esta no es una guerra como las otras, acá lo que se juega son los destinos del mundo y si Estados Unidos repite lo que hicieron los europeos en Múnich en 1938, cuando cedieron ante Hitler, el futuro es seriamente preocupante. El presidente ucraniano Zelenski tiene razón cuando dice que Ucrania está luchando también por occidente. Porque esto es simbólico: si Putin gana esta guerra, la derrota de occidente será colectiva.

- ¿Cuál es el rol de la Iglesia Ortodoxa en este contexto?
- Es lo único que sobrevive desde el siglo XVI. Originariamente la concepción de Rusia como la Tercera Roma no era política-imperialista, de conquista, sino de destino histórico. Significa que las dos primeras, Roma y Bizancio, cayeron, pero la tercera, la capital de la ortodoxia, será la última. Hoy la iglesia sigue proveyendo la ideología del poder, de alguna forma llena el vacío que dejó el marxismo-leninismo.

¿La OTAN tiene responsabilidad en esta invasión?
- Lo más fácil sería señalar los pecados de la OTAN, de Estados Unidos. Los conocemos todos. Creo que si cometió un error fue ignorar que Rusia iba a volver a ser una potencia, pero el punto es por qué todos los vecinos de Rusia le tienen miedo y desconfían. En un país que educa en el culto a la fuerza y a la confrontación, esos elementos siempre entran en juego. Es mentira que la guerra en Ucrania sea una respuesta a la política de la OTAN. Las ambiciones mesiánicas de la pandilla que dirige Rusia son mucho más viejas que la OTAN.

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  • El pensamiento de Putin

El propio Vladímir Putin explicó la relación entre el tipo de poder político, incluyendo el suyo, y la guerra: para un poder oligárquico siempre es más fácil continuar con una política orientada a saquear a su pueblo y al Estado en una situación donde se libran combates de algún tipo. Este es el caso, tanto en nuestro país como en Ucrania. Se lo describe en pocas palabras: para unos el horror y para otros las ganancias. Siempre es más fácil encubrir los fracasos de la política social y económica con la guerra. A confesión de parte, relevo de prueba.

Por Ignacio Hutin

*Claudio Ingerflom. Es doctor en Historia y está especializado en historia política y social rusa. Investiga el poder zarista, soviético y republicano de ese país. Fue profesor honorario del London University College y enseña en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación Argentina. Publicó libros en francés, ruso e inglés, entre otras lenguas.