El 19 de marzo de 2012, se celebrará en todo el mundo constitucional hispano los 200 años del "¡Viva la Pepa!''. Dicha fecha será sin duda alguna, aunque cueste creerlo, un verdadero hito para la historia constitucional hispana.

Actualmente, se utiliza dicho término como sinónimo de anarquía o incluso improvisación, desorden o vagancia. Decir de alguien que es un "viva la pepa'', equivale a tildarlo de irresponsable o despreocupado.

Esta acepción peyorativa del grito, se debe, probablemente, al fruto del uso irónico con el que referenciaban por aquellos años los absolutistas españoles a sus enemigos políticos, los liberales. Otros atribuyen que los franquistas fueron los que terminaron imponiendo en despectivo su empleo.

Durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), las revueltas populares desembocan en la creación de Juntas Locales y Regionales de Defensa, con el fin de llenar el vacío de poder tras la ocupación de las tropas napoleónicas. A dichas Juntas se las denominó Cortes.

Las cortes doceañistas fueron convocadas en octubre de 1809 por la Suprema Junta Gubernativa, que funcionaba originalmente en Sevilla. Constituida la asamblea, primero en León y luego en Cádiz, los 303 representantes (de los 37 constituyentes americanos, 3 pertenecían al Virreinato de Buenos Aires), proclamaron el principio de soberanía nacional dando así inicio a la labor legislativa que transformaría a España y sus colonias.

Sin duda alguna, el resultado relevante de las Cortes de Cádiz, fue la Constitución de 1812, jurada el 19 de marzo (festividad de San José), bajo el título de Constitución Política de la Monarquía Española, conocida desde aquel entonces como "La Pepa'', en honor al santo honorificado.

El documento constitucional se divide en diez títulos y 384 artículos, en los cuales predominan los principios de soberanía nacional; limitación de la monarquía hereditaria; reconoce al catolicismo como religión oficial; establece la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial); instaura los derechos y deberes de los ciudadanos; en resumen, dicha Constitución presenta las bases para el establecimiento de un estado burgués, bajo una fuerte influencia de Rousseau o Montesquieu, de los postulados liberales emanados de la revolución francesa (Déclaration des droits de l'homme et du citoyen) proclamada por la Asamblea Nacional del 26 de agosto de 1789, y por supuesto de la Constitución Francesa de 1791.

¡Viva la Pepa! es el grito con el que desde el 19 de marzo de 1812 los liberales españoles proclaman su adhesión a la Constitución de Cádiz. La gran popularidad que tuvo el grito, su rotundidad y su facilidad de difusión incluso en circunstancias de represión política como las que llegaron entre 1814 y 1820.

Durante la restauración absolutista (1814 - 1820), Fernando VII, no solo suspendió la vigencia de la Carta Magna, sino que prohibió terminantemente la sola mención de su nombre, por lo que los liberales no podían utilizar su tradicional "¡Viva la Constitución!'' por ser considerado de neto corte subversivo.

Lejos de someterse a esa arbitraria medida, los partidarios de la constitución encontraron en "¡Viva la Pepa!'', la forma de referirse a ella, convirtiéndose así posiblemente el primer lema político de la edad contemporánea, que permitió a sus seguidores manifestarse alegremente a su favor, no obstante encontrarse prohibido.

En las mismas circunstancias se difundían canciones como el "¡Trágala!'', para humillar a Fernando VII, obligado a jurar la constitución en 1820 ("tu que no quieres lo que queremos, en la ley preciosa está el bien nuestro... trágala perro'') y el himno de Riego, compuesto para glorificar al militar liberal sublevado entonces y ajusticiado en 1823, aún vigente su entonación en la madre patria.

También hubieron otros hallazgos semánticos en las Cortes de Cádiz, como la misma palabra "Liberal'', que hasta entonces significaba "generoso'', y que pasa a otros idiomas europeos con el sentido de "partidario de la libertad''.

Lo mismo ocurrió con las palabras "guerrilla'' y "guerrillero'', que se aplican desde la Guerra de la Independencia Española a la táctica y a los combatientes irregulares en la guerra contemporánea.

La difusión del grito no se detuvo en España; en la época del Risorgimento o unificación italiana se gritaba ¡Viva Verdi!, ocultando en el nombre del músico el acrónimo de "Vittorio Emanuele Re D'Italia''.

Pasaron 200 años, hoy ya no hace falta esconderse bajo siglas, referencias o aforismos para confesar la adhesión a un ideal, es más, podemos vociferarlo a discreción. Entonces, quienes confesamos el culto de la división de poderes, el sufragio universal, la igualdad de derechos y oportunidades como único modo de vida de una comunidad democrática y constitucionalmente organizada, bien nos vendría entonces gritar fuerte el próximo 19 de marzo, "¡Viva la Pepa!''.