El juego constituye una experiencia de aprendizaje, estableciendo las pautas acerca del contenido lúdico de una actividad. Hoy en la escuela no se juega. Se piensa que jugar es perder el tiempo. El niño aprende jugando, es una herramienta didáctica muy útil. Es una manera de expresión de la vida, jugar es vivir. Por ello, las vacaciones, son muy importantes para unir lazos familiares, especialmente los padres, como motivadores de que este tiempo, sea productivo. Poder hablar de rasgos distintivos a todo juego humano, es una actividad corpórea y espiritual, desinteresada, libre que enriquece las capacidades creadoras y potencia sus formas de expresión y comunicación. Esto debería aprovecharse en el ámbito educativo.


Los animales nacen jugando, viven jugando entre sí y juegan con el hombre. Todos los rasgos fundamentales del juego se hayan presente en el de los animales. "El juego en la vida es algo más que un fenómeno meramente fisiológico, es una función llena de sentido. En el caso del niño que no juega es un adulto que no piensa" (W Shiller).


El desafío es un elemento esencial del juego igual que la construcción de la paz en una opción por la vida. El juego prepara para la entrada en la vida y el nacer de la personalidad, por eso, la necesidad del mismo en todas las etapas de la vida.


Las vacaciones son el momento propicio para alentar a los niños y jóvenes a desarrollar deportes y no olvidar lo académico, desarrollando su parte mental para el regreso a clase. Durante ese período existen muchas actividades que pueden realizar para recrearse, entretenerse y de paso, estimular aquellas áreas cognitivas, tan necesarias para el aprendizaje, como el caso de la atención y concentración, así como habilidades básicas, para su desarrollo emocional y social. Se pueden elegir juegos grupales, ya que ellos crean sus propios juegos y potencian la creatividad. Esto nos permite interactuar y socializarlos aprendiendo la reglas del juego y sus normas. Desde una mirada sicológica, permite canalizar sus impulsos y emociones, fortaleciendo así, su autoestima e inteligencia emocional.


Durante las vacaciones los niños pasan más tiempo en casa, pueden jugar, pero también realizar otras actividades y desarrollar valores como responsabilidad, orden y disciplina.


Los adultos recordamos a nuestra infancia con juegos en la vereda, muñecos, saltar la soga, llevar y completar un álbum de figuritas. Hoy preparamos los enchufes, aunque los demás no hayan desaparecido por completo.


Los chicos son fruto de una sociedad que privilegia la acción, que glorifica la rapidez, acepta sin vacilaciones el juego electrónico con su vértigo. Así, a pesar de ciertas semejanzas, la lectura se erige como favorecedora del niño y joven frente a las escasas virtudes del videojuego que también tiene su importancia frente a la aparente serenidad del libro, que es otro soporte.


Es una instancia formadora dentro de las instituciones modernas, cuyas emociones básicas se observan que se logra a la cantidad de roles que se pueden asumir. Los videojuegos deberán valorarse con cautela, ya que su mal o buen uso, sólo depende de cómo el jugador y la sociedad lo utilicen. La escuela debe representar la vida presente, es decir una vida tan real y vital para el niño o joven, como vive en el hogar, el barrio o en el campo de juego. Más allá de todo este análisis, todo tipo de juego que se elija para estas vacaciones será fructífero en la medida que sirva para reforzar valores y vínculos.

El receso es propicio para que los niños hagan deportes sin olvidar lo académico.