Situación. El presidente Alberto Fernández enfrenta ahora nuevas críticas por su decisión en materia de pago de las jubilaciones.


"Malena canta el tango, como ninguna", dice Homero Manzi en el primer verso del tango que lleva el nombre de quien tuvo voz con "tono oscuro de callejón". Casi todos hemos creído que el poeta nos describía a una cantante muy buena, fuera de lo común, pero la realidad histórica nos da un cachetazo al contarnos que cantaba bastante mal. Lo que escuchamos en el famoso tango es una ironía cruel aunque no faltara a Malena la actitud de poner "en cada verso su corazón". José Hernández nos dijo: "Hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse, pues siempre es bueno tener palenque ande ir a rascarse". Severa crítica al amiguismo y acomodo de aquellos años de Argentina, mal interpretada como un sabio consejo del viejo Vizcacha en el Martín Fierro. Bien escrita y mal leída, como calificó Borges a una de las mejores obras de nuestra literatura. Alberto Fernández dijo en campaña: "los jubilados tendrán la retribución que se merecen", lo que no explicó y ahora lo está haciendo con la rebaja de a poco de los beneficios, es qué entendía por "lo que se merecen". Hay que leer que menos de lo que tenían, porque mediante la suba de sumas fijas el poder de compra se licuará en un par de años de continuar la alta inflación, algo bastante probable.

Una de las constantes en este país es que entre nosotros se protege al violador de normas. 

La solidaridad es una gran virtud, en la medida en que sea voluntaria. Solo los regímenes totalitarios llaman solidaridad a lo que en realidad es una confiscación. Se quita de prepo algo que se supone que alguien tiene de más, claro, siempre que esa gente no sea "amiga del juez" y que no la haya hecho ilegalmente. Esos amigos devenidos en fuertes empresarios al calor del presupuesto del Estado son "presos políticos" y a ellos no cabe decomisar lo robado. Todo al revés. En un país en que se elogia y glorifica la pobreza y se tiene a la riqueza como una suerte de peste, ocurre que con diferentes regímenes e ideologías políticas, no hay forma de conseguir que la pobreza baje. En los países en que directamente no hay pobres, se tiene como virtud y regalo de Dios a la riqueza generada con esfuerzo, creatividad, riesgo o cualquier cosa que fuere legal. Según el sociólogo del MIT Lester Thurov, hay por lo menos nueve formas distintas del capitalismo, en algunos casos con fuerte gasto social con altos impuestos y en otros todo lo contrario, ninguna como Argentina. En trenes subterráneos de Europa, hay un andarivel sin molinete para que pase gratis la gente que no puede pagar. Un argentino preguntó: ¿Y qué ocurre si yo paso pudiendo pagar? El anfitrión respondió con otra pregunta: ¿Y por qué harías eso? Entre nosotros se protege al violador de normas y se le llama "transgresor" como una forma delicada de aceptar y hasta festejar su viveza, al estilo del héroe Viejo Vizcacha. Con las jubilaciones ocurre algo parecido. Hay un club de trabajadores de distintos ámbitos, privado u oficial, que aportaron para su futuro retiro durante más de 30, 40 o más años. Otros que no aportaron nunca ni pensaron hacerlo. Parte de ellos porque no era costumbre ni generaban recursos directos y registrados, no obstante que todos tuvimos la posibilidad de aportar mientras rigió la jubilación privada o sistema de capitalización. Algunos por descuido o falta de previsión pusieron lo mínimo pero ahora reclaman cobrar mejor de lo que fue su contribución. Lo que se vendrá es una nueva ola de juicios con final predecible porque estas reformas a gusto del oficinista de turno son tan irracionales e inconstitucionales que ningún juez les negará razón, como ya ocurrió en el pasado. Hay gente que ha comenzado a preparar las demandas y los estudios jurídicos se frotan las manos. La falta de actualización del beneficio del jubilado ya provocó penurias que terminaron en tribunales con millones de afectados y resultados conocidos, pagos con bonos, reconocimientos tardíos o retardo de liquidaciones a la espera de la muerte del beneficiario. Este camino vergonzante se fue desandando de a poco durante tres décadas desde los bocones (bonos de consolidación) de Cavallo-Menen, que mal que mal fueron el reconocimiento de una deuda, hasta la reciente reparación histórica de Macri pasando por el sistema de actualizaciones propuesto por Cristina.

Se vendrá una ola de juicios con final predecible porque son reformas irracionales.

Ahora, una vez más, vuelta atrás a la Julio Iglesias "tropecé dos veces con la misma piedra, con la misma piedra y con el mismo pie". Empezar un ajuste por los más débiles, aquellos que ya no pueden hacer huelga, es de una vileza incomprensible. Obligar a los que vienen zafando de ser pobres porque hicieron el esfuerzo antes de jubilarse a ser solidarios con los que no aportaron o aportaron poco, conseguirá que todos sean pobres. Ausencia de justicia y un muy mal ejemplo para los más jóvenes: "hagan lo que les parezca, total al final todo es igual". En una caminata me paró un vecino para contarme: "Trabajé 35 años en el INTA, me jubilé con un buen sueldo. Cuando salió esto de la moratoria, averigüé por mi esposa y me informaron que calificaba pero que debía ir ella. Me costó convencerla pero fue, le hicieron los papeles y le llegó la primera liquidación. Ahora cobra más que yo!". Su rostro era la imagen de la decepción. Haber jubilado a millones sin aportes con esa patraña de la moratoria (un descuento mensual sobre un monto que nunca debió financiarse con el aporte ajeno) o hacer que sea el fondo de las pensiones legítimas el que pusiera la plata para un plan bueno como la AUH, han sido pasos erróneos que ahora intentan corregirse con otro error. Ya se estaba llevando los aplausos por la injusticia el pago de impuesto a las ganancias, como si fuera ganancia un cobro en cuotas de los millones puestos en efectivo todos los meses durante décadas. Alberto, los viejos son crédulos y a veces tienen la ingenuidad de la infancia, pero los que te votaron, todos, entendieron que era para mejor, no para peor.