Hay muchas semejanzas. Fiscales federales de Argentina dicen que el Hotel Alto Calafate de Fernández de Kirchner firmó nueve contratos con Aerolíneas Argentinas durante el mandato de la ex presidenta entre 2007 y 2015. Las tripulaciones de la aerolínea pasaron 26.000 noches en el hotel, por lo que la aerolínea pagó casi 800.000 dólares.


"Fue un negocio redondo. Primero se promocionó un destino, se lo llenó de vuelos y luego sí, se contrataron decenas de miles de habitaciones para alojar la tripulación'', señaló La Nación, el diario que reveló el escándalo.


Es difícil dejar de preguntarse si Trump no hace lo mismo al promover su Trump International Hotel en Washington, su hotel y club de golf Mar-a-Lago en Palm Beach, y sus otras propiedades. Los hoteles de Trump se han convertido en un imán para todos los que buscan influenciar a su gobierno. El hotel de Trump en Washington es tan codiciado por otros países para sus convenciones, que algunos han trasladado eventos desde otros hoteles.


Antes de la elección de Trump, Kuwait había hecho una reserva para celebrar su fiesta nacional de 2017 en el Four Seasons Hotel de Washington. Pero después de la victoria de Trump, Kuwait movió rápidamente el evento al Trump International Hotel y pagó hasta u$s 60.000. En otro caso el año pasado, funcionarios de Arabia Saudita gastaron u$s 270.000 en ese mismo hotel. Los funcionarios locales de EEUU también están tratando de ganarse el favor de Trump alojándose en ese hotel.


En 2017, el gobernador de Maine, Paul LePage, y sus funcionarios gastaron u$s 35.000 en fondos estatales en viajes a Washington, donde se alojaron en el hotel de Trump, según una demanda de Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética. La acción legal afirma que Trump violó la Constitución al usar su posición como presidente para beneficio personal. A diferencia de otros presidentes, Trump no ha vendido sus propiedades ni creado un fideicomiso ciego para separarse de sus negocios. Sólo cedió las operaciones de los hoteles a sus hijos Don Jr. y Eric, pero está en contacto continuo con ellos.


Trump promueve desfachatadamente sus hoteles atrayendo a ellos a multitudes de reporteros, como cuando hospedó al primer ministro japonés Shinzo Abe y al presidente chino Xi Jinping en Mar-a-Lago, en lugar de hacerlo en la residencia presidencial en Camp David. Trump ha dicho que, según la ley, "el presidente no puede tener un conflicto de intereses''.


Los tribunales decidirán si Trump ha violado la Constitución, pero la opinión pública debería condenarlo por violar un modelo de comportamiento ético. En eso, Trump se parece mucho a la ex presidente de Argentina.