Batalla de Suipacha y una victoria histórica.


Consumados los hechos conocidos en Buenos Aires, esto es la conformación de la Primera Junta de Gobierno, había que legitimar la revolución, tarea difícil pero no imposible de llevar a cabo. En el vasto territorio del Virreinato del Río de la Plata existían importantes núcleos realistas, opositores o reticentes al nuevo gobierno instalado.


Uno de estos focos contrarrevolucionarios se había instalado en la mediterránea Córdoba. Allí, los españoles, bajo la influencia de Santiago de Liniers, desconocieron la legalidad de la Junta. Mariano Moreno, miembro de la revolución, desbarató este complot y una severa expedición militar terminó arrasando la contrarrevolución cordobesa, fusilando sin ningún miramiento a los cabecillas.


Otro foco realista que había que sofocar se situaba en Bolivia, entonces Alto Perú. Allí la situación también se había tornado adversa a la causa revolucionaria y en varios puntos como Potosí y Charcas, los jefes de las guarniciones españolas encabezaron una tenaz resistencia.


A esta región se enviaron otras expediciones militares con el objetivo preciso de aniquilar todo conato sedicioso. Una de las columnas que se dirigió al Alto Perú, era la guiada por Antonio González Balcarce. Lentamente y siempre avanzando hacia el norte, bajo un sol abrasador, estas huestes fueron apoyadas por los criollos de tierra adentro, quienes les proporcionaron voluntariamente todo tipo de vituallas, desde caballos y víveres, hasta algunos fusiles. 


De esta manera se fue acentuando en aquellos soldados su espíritu guerrero. Días más tarde se incorporaron a las fuerzas patriotas un cuerpo de aguerridos gauchos capitaneados por el glorioso salteño Martín Miguel de Güemes, quien a esta altura de su vida era ya un experimentado combatiente, totalmente consustanciado con la causa americana. 


Balcarce, a medida que se acercaba al enemigo, apeló a al artificio de confundir a los realistas con una suerte de guerra de zapa, propagando falsas noticias acerca de la falta de armamento en su ejercito.


El encuentro se produjo en el río Suipacha, el 7 de noviembre de 1810. Las tropas realistas, al mando del general José de Córdoba, salieron de sus trincheras y luego de una tensa espera se inició el combate. Después de un corto tiempo, la victoria se inclinó a favor de los patriotas. Por su parte, los españoles huyeron, abandonado el sitio en precipitada huida. 


La batalla de Suipacha tuvo el mérito de ser el primer triunfo de la guerra por la independencia ganada por aquel incipiente ejército argentino.


De esta manera el Alto Perú quedo asegurado para la revolución y las armas de nuestra tierra se vistieron de gloria.

Por Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magíster en Historia