Siempre la cuestión "pena de muerte'' es noticia y levanta polvareda. Aún están quienes sostienen la necesidad de la misma en algunos casos aberrantes: violaciones, estupros, asesinatos, etc. Sin embargo, la corriente abolicionista, iniciada ya en el siglo XVII por Cesare Beccaria en su célebre texto "De los delitos y las penas", continúa dando sus frutos benéficos. No puede ser de otra manera, si queremos asistir a una nueva humanidad, nuevo estadio de la historia donde no haya complicidades vindicativas. Uno de los líderes de esta tendencia abolicionista es el papa Francisco, quien ha hecho modificar el mismo Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, en el número preciso -2267- donde declara que hoy, la pena de muerte es ya "inadmisible''. Ello sin contar los varios discursos inspirados en la misericordia, y en la misma línea.


El año apenas transcurrido, 2018, ha conocido una notable disminución de casi un tercio en el número de ejecuciones capitales, llegando así al más bajo en décadas. Veamos las cifras: en el 2017 fueron 993 y el año pasado fueron 690. Es la buena noticia que llega del Informe global anual de Amnesty International.

China sigue entonces, en el primer puesto de las ejecuciones a nivel mundial, seguido por Irán (no menos de 253), Arabia Saudita (149), Vietnam (85) e Irak (no menos de 52).

El Informe examina todas las ejecuciones en el mundo, excepción hecha de China, lugar donde se realizan aproximadamente 5000 condenas y unas 2000 ejecuciones, pero desde hace tres años es considerado "secreto de Estado'' y no brinda información alguna.
En Irán el uso de la pena de muerte es todavía elevado, pero aun así las ejecuciones han disminuido casi en un 50%, después de modificar también la legislación contra la droga. Y una significativa reducción se ha registrado también en Irak, Pakistán y Somalia.


"La drástica disminución de las ejecuciones demuestra que hasta los Estados más reacios comienzan a cambiar de idea y a darse cuenta que la pena de muerte no es la respuesta'', ha dicho el secretario general de Amnesty International, Kumi Naidoo. Se trata de un "indicio deseable que, una vez transcurrido el curso del tiempo, nos invita a entrever que este cruel castigo será cosa del pasado''.


No obstante lo dicho, las noticias positivas del 2018 han perdido color esperanza en un pequeño número de Estados que marchan a contramano de los vientos de humanidad. Las ejecuciones han aumentado en Bielorrusia, Japón, Singapur, Sudán del Sur y en el mismo EEUU. En Thailandia se ha realizado la primera condena a muerte desde 2009, mientras el presidente de Sri Lanka ha anunciado la vuelta de la praxis de ejecuciones después de más de cuarenta años de haberla abandonado, publicando un comunicado que ofrece la tarea de verdugo. Algo insólito para nuestro tiempo! Si leyeran el episodio de Jesús y la mujer adúltera de Jn 8,10ss.!


"A todos los Estados que todavía recurren a la pena de muerte, les dejo el desafío -dice Naidoo-: tengan coraje y pongan fin a esta abominable sanción''.


Hacia fines de 2018, son 142 los Estados que han abolido la pena capital, de hecho o por vía legal. A su vez, de ellos, 106 son abolicionistas totales.


La pena de muerte en regímenes totalitarios es un verdadero peligro, dado la tendencia de dictadores a aplicarlas a enemigos políticos. La historia de dictaduras da muestra cabal de ello. Son tantas, que no las explicitamos aquí. Además, la abolición es una expresión de la Cultura de la Vida y la Misericordia, por la que todos hemos de comprometernos. El delito no reclama de quien lo comete, su desaparición. Sí el cambio, la auténtica conversión.



Por el Pbro. Dr. José Juan García

Vicerrector de la U.C. de Cuyo.