Dicen los encuestadores que hay aproximadamente un 30% de votos que en las próximas elecciones no irán a los candidatos de José Luis Gioja. Dato que no es nuevo, ya que el porcentaje se viene repitiendo desde las últimas contiendas legislativas. ¿Quién se queda con ese cúmulo de intenciones? En eso, por supuesto, está tratando de poner el esfuerzo la oposición, muy separadamente, pero lo hacen. Y legítimamente también el oficialismo esboza algunos movimientos. Como siempre la intención de Gioja es copar los tres lugares que se ponen a consideración popular este año. Para lograrlo, el primero debe conseguir triplicar los votos obtenidos por el segundo, cosa que no es fácil, incluso para un Gobernador cuya aceptación popular ronda el 70%. Si ese 30% de votos no contentos con Gioja fuesen al mismo candidato, la cosa se le pondría bien fea al oficialismo y, ahí, justamente, está el meollo de la cuestión. ¿Hay confianza entre los candidatos que asoman en la oposición como para ir juntos y no provocar la división de votos que le daría victoria al justicialismo? Los pensamientos entre los popes que asoman son bien distintos, y parece que las maniobras también. Nada tienen que ver Mauricio Ibarra, de Convicción Federal; con Enrique Conti, del bloquismo; o Eduardo Cáceres del PRO. El primero y el último están cerca de Roberto Basualdo. El segundo apareció hace poco a decir que quiere competir. No sabe por dónde todavía, ya que profesa separarse de Gioja, pensamiento que lo aleja del bloquismo ‘orgánico’ y lo expone sin partido. Tiene todo el derecho del mundo a presentarse a la elección que quiera, aunque si no lo hace bien, es probable que termine sin querer jugando para el oficialismo, dividiendo ese 30% de ‘indignados’.
Una cuestión interesante a analizar en medio de este menjunje de nombres, es el futuro de esos votos no captados por Gioja. Se sabe que al Gobernador lo apoya mucha gente, pero haciendo un análisis un poco más fino sobre esos votos se puede concluir que quienes menos quieren a Gioja son los de mayor poder adquisitivo. Los históricos resultados en Santa Lucía, algunos distritos de Capital y Rivadavia, fundamentalmente, son testigos de esta teoría. El Gobernador ha sabido captar la aceptación popular más que nadie y eso se nota cada vez que va a las urnas. Por el contrario, el sector ABC 1, como califican las consultoras a las personas de mejor pasar económico, han sido un poco más críticos hacia el mandatario provincial. Es de suponerse que dentro del universo del famoso 30% están estos vecinos que, si todo ocurre como en elecciones anteriores, van a preferir en octubre a un candidato no giojista. Si se toma los nombres de los postulantes que asoman en la oposición: Cáceres, Conti, Ibarra, entre otros, los dos primeros pueden conseguir adhesión en esa franja. En cambio Ibarra, de extracción peronista y más ‘popular’ compite por los mismos votos que ya tiene cautivos Gioja. Es más, entre Cáceres y Conti, -el primero abogado penalista, el segundo, contador especializado en economía y crítico de Cristina Fernández, de sólido y ácido análisis económico-, el exintendente de la Capital podría hasta ‘pasarle el trapo’ a su competidor en el sector más alto de los votantes. Para pasar en limpio: al oficialismo le conviene que Conti compita, porque basados en el análisis anterior, restará votos de los que deja libre Gioja y no de los que tradicionalmente tiene el mandatario. Tiene el perfil necesario para hacerlo y se siente cómodo en ese sector. Si eso pasa y aparece otro candidato que reste algunos puntitos más, como Rodolfo Colombo, por ejemplo, es muy probable que el oficialismo termine triplicando al segundo, y acabe por meter los tres candidatos como lícitamente pretende Gioja.
En el Gobierno se mantienen expectantes para saber cuál será el resultado de las negociaciones opositoras. Gioja, como es su costumbre, no larga prenda respecto de los candidatos, pero los que están más cerca dicen que repetirá nombres.