"Me la juego", dijo el gobernador Sergio Uñac a fines del año pasado, y puso como cabeza de lista de senadores a su hermano Rubén. Es decir, se expuso él mismo. Y no sólo eso, armó la lista de diputados con el ministro que mejor medía y con su secretario personal, quien además es una de las máximas autoridades del principal socio político del PJ, el Bloquismo. Y como para terminar de reafirmar lo de "me la juego", en declaraciones radiales definió hace ocho días que si el resultado no era el que el frente pretendía, dos senadores y dos diputados, "el Gobierno deberá sufrir varios cambios". Más claro, imposible. También, en esa misma entrevista, se autoimpuso la meta de lograr una cantidad suficiente de votos para poder sentarse frente al macrismo con otra espalda, que lo miren distinto, que lo respeten más, que pueda pedir más. En definitiva, puso toda la carne al asador.


Por el lado de la oposición sanjuanina, si Roberto Basualdo reúne hoy una buena cantidad de votos, empezará a esquivar la famosa renovación política que sí alcanzó (en parte) al PJ y que amenazó durante todo este año con correrlo de la contienda. Basualdo, tal vez, pueda comenzar a consolidarse como líder de la oposición a Uñac, como lo fue de José Luis Gioja durante los tres mandatos del hoy diputado nacional. Ojo, no hace falta que sea candidato en 2019, hace falta que dé muestras de conservar las espaldas políticas que tuvo durante esos 12 años de gobierno de Gioja. También será interesante ver qué pasará con Mauricio Ibarra, quien estuvo en duda hasta último momento, mezcla de la incertidumbre de no saber qué iba a pasar con el PJ local, y un problema de salud, evidentemente, ya superado. Ibarra viene proponiéndose a la ciudadanía sin suerte, pero para esta contienda logró rodearse de gente joven, lo que le podría favorecer en el conteo final. El resto de los opositores, de izquierda a derecha, lucharán por superar los 6.500 votos, el piso que deberán obtener para llegar a la elección de octubre.


A nivel nacional, en la oposición, hoy empezará a conocerse si Cristina Fernández puede volver a postularse como candidata a Presidenta en 2019, y con qué gobernador peronista deberá pelear, si es que los votos le alcanzan para hacerlo. El PJ no está fuerte, ni unido y tiene al menos dos posiciones bien marcadas: por comodidad o imposibilidad propia, varios quieren a la expresidenta para liderar el proyecto nacional dentro de dos años, pero chocan con los gobernadores, quienes prefieren no volver al pasado porque quieren que uno de ellos sea el que encabece. La renovación, ya, dicen. Esta oposición hace foco en la economía, que es el gran drama del Gobierno nacional hoy. Si el macrismo hubiese enhebrado este problema a gusto de la gente, hoy no tendría que mendigar votos, ya que el kirchnerismo no tendría de qué agarrarse, carentes de credibilidad gracias a las interminables causas de corrupción que los acorralan cada vez con mayor fuerza.


Y por último está Cambiemos, ese gran misterio de escasa acción política territorial que se juega el resto de su mandato, que a veces parece que tira la toalla, que está imbuido en interminables e inocultables internas, pero que tiene destellos electorales que podrían ayudarle a torcer el rumbo, como la imparable María Eugenia Vidal y la siempre útil Elisa Carrió. Vidal y Carrió, junto al mismísimo Mauricio Macri, parecen consolidarse como los únicos cuadros políticos dignos de ser exhibidos por parte de Cambiemos, lo que es un juego peligroso, ya que por razones distintas, pero con el mismo riesgo que el uñaquismo, pone todo lo que tiene a consideración del votante. Por lo que se ve desde afuera, parece que no será la elección de Sergio Massa, y mucho menos la de Florencio Randazzo, pero todo está en veremos. Ambos vienen del peronismo y parece que participar en esta elección no fue la mejor decisión. Los dos aspiran a quedarse con los votos que, calculan, perderá CFK de aquí a octubre. Estrategia arriesgada si las hay. Fuera del destino de cada uno de estos personajes, habrá datos adicionales interesantes en esta elección, como la cantidad de votantes que irán a las urnas a pesar de la amenaza del macrismo de eliminar las PASO; y el nivel de corte de boleta, que puede ser tan alto en el oficialismo como en la oposición, y tanto en San Juan como en CABA o provincia de Buenos Aires. Sólo en horas, todos estos misterios empezarán a resolverse.


El camino de Uñac


La de hoy es la segunda de tres largas batallas que da la actual conducción del peronismo. La primera fue la interna y la tercera será la elección de octubre. Se puede decir sin miedo a equivocaciones que las tres las dará el uñaquismo casi en soledad, lo que en sí representa una virtud y un problema a la vez. Virtud porque cualquiera que haya llegado hasta este punto merece aplausos. Y problema porque es demasiado trabajo para una sola persona, o un puñado de ellas. La interna la manejó Sergio Uñac en soledad, porque es su estilo de conducción y porque había un solo problema para resolver, que podía ser resuelto solamente por él, que era correr del horizonte a José Luis Gioja y Ruperto Godoy. Lo solucionó como él quiso, cediendo apenas un ápice, sin demasiado ruido externo y casi sin piedras en el camino. El "casi" es por algunas publicaciones en redes sociales que alteraron los ánimos de varios funcionarios la semana pasada, pero que al fin de cuentas casi nadie le atribuye a la interna con Gioja y Godoy y más que nada parecen venir de sectores aún enojados por quedarse fuera del escenario, o por haber sido molestados en la interna, o por el fruto de ambas acciones a la vez.


Una vez controlada la interna, apareció la rivalidad con el macrismo, fundamentalmente con los recursos que destinaron o no a San Juan. De ambos lados se aprovechó todo lo que hubo a mano para hacer quedar mal al circunstancial enemigo. Uñac muñequeó esa jugada a gusto y placer dependiendo del tema y el momento, y hasta ahora, se ve, la sed de venganza entre los gobiernos nacional y provincial no llegó ni llegará al río. Se bancan, y se seguirán bancando. Todo quedó en el juego electoral, lo que en sí mismo es una bendición para el resto de los sanjuaninos.

Cómo llegó la oposición


Los opositores, livianos como desde siempre en San Juan, la tuvieron demasiado fácil. El año pasado Basualdo acordó con el macrismo y rápidamente le dieron forma a las listas. No había dudas de que el actual senador debía repetir y que debía estar acompañado por Eduardo Cáceres, el primer macrista sanjuanino. Cáceres es una extraña moraleja de la política de San Juan, ya que sufrió los dardos del giojismo, los esquivó como nadie y hoy vuelve a estar en la consideración de la gente. Ibarra, por ejemplo, sufrió el mismo embate giojista, pero no pudo gambetearlo como el rubio. Cosa rara. En el caso de la dupla Basualdo/Cáceres habrá que estar muy atentos al corte de boleta, que se supone alto entre estos "compañeros" de lista.


En tanto Ibarra se pegó al massismo, por conveniencia de coyuntura, pero también porque son parecidos. Si se analiza con detenimiento el demagógico desafuero de Sergio Massa por el caso Julio De Vido, es de la misma estofa que el spot en la Ruta 40 con globos negros, que protagonizaron Ibarra y su compañero y creación, Carlos Munisaga. Es un estilo, hay que admitirlo. Ibarra quiere ser gobernador, y a su favor hay que decir que lo quiere con todo el corazón. Veremos si los votantes le dan esa posibilidad a partir de esta elección, o no.


El caso de Martín Turcumán podría convertirse en materia de análisis de alguna academia extranjera. Hace un año y siete meses moría por Mauricio Macri, después coqueteó con Ibarra (Massa), luego con la izquierda y finalmente terminó solo con sus convicciones, y convenciendo, por ejemplo, a un histórico y no sencillo de la política sanjuanina como Vicente Mut. Dirigente que por sus convicciones es capaz de morir en política o apartarse de ella, como ya hizo.


Buenos Aires


A nivel país, todas las miradas están puestas en lo que suceda en la provincia de Buenos Aires, donde se postulan tres pesos pesados que vienen del peronismo y donde el macrismo conserva su "joya". Cristina Fernández, Sergio Massa y Florencio Randazzo le pelearán dominio a María Eugenia Vidal, la todoterreno parida de las entrañas mismas del mundo PRO. Hoy se conocerá piso y techo de los tres que alguna vez adoraron a Juan Domingo Perón, y se sabrá cuán capaces son de intentar sentarse, dentro de dos años más, en el sillón de Rivadavia. Ninguno de ellos quiere ser senador, pero saben que es la estación previa al objetivo final. Todo parece indicar que a pesar de que CFK tiene altas chances de convertirse en senadora, habrá que ver cuál será el impacto de esa victoria en la general. Algunos aventureros opinólogos del macrismo dicen que la gente se va a asustar ante la posibilidad de que Cristina vuelva y que en octubre le va a dar el voto a Massa o a otro. Muy difícil de medir.


Los gobernadores, incluido Sergio Uñac, se estarán contando los votos uno a otro. Saben que el camino de la renovación está abierto para el que obtenga más apoyo popular. Juan Manuel Urtubey se juega quedar en buena posición para la general de 2019, cuando ya no pueda ser gobernador de Salta. Sergio Casas, de La Rioja, está en el mismo problema, pero sin la chapa de Urtubey, y después hay un lote en el que está el sanjuanino Uñac, es decir, gobernadores que pueden apostar a otro mandato pero que quieren empezar a estar al menos en la consulta. Uñac sabe que sólo logrará ese respeto si los sanjuaninos apoyan a sus candidatos.


Las cartas ya están sobre la mesa. Tanto el pocitano como Macri pusieron todo lo que pudieron, veremos hoy cómo les responden los ciudadanos.