Ganar tiempo. La política es una especie de lucha permanente con distinto tipo de vicisitudes. Cuando uno tiene la oportunidad de sobrevolar una gran ciudad como San Pablo en Brasil o Distrito Federal en México o la propia Buenos Aires en Argentina, imagina a una inmensa multitud oculta entre las paredes de edificios o casas imposible de controlar y lo complejo que debe ser para los gobernantes intentar que vayan todos, o al menos la mayoría, en una misma dirección. Y eso, en sistemas democráticos con una cultura decadente, desinteresada del bien común en la que cada uno tira para su lado y prefiere ocuparse sólo del placer y bienestar individual. Aun con semáforos y calles de una sola mano sigue habiendo colisiones, imaginemos ahora lo difícil de evitar colisiones de intereses en los que participa la pasión y en los que prevalece lo material. Un ejemplo entre nosotros es la discusión paritaria laboral que intenta perseguir la inflación siendo que en la misma discusión la alimenta y potencia. Shakespeare describió los celos de Cassio respecto de la bella Desdémona diciendo: "Son un monstruo que se alimenta a sí mismo". Cuando la inflación supera cierto límite ella misma cobra vida y pasa, de ser una consecuencia, a ser su propia causa. Cada cual trata de ganar los salvavidas de un barco que comienza a hacer agua. Como un Titanic financiero. En este escenario general, ganar tiempo para pensar es algo vital. Es lo que intentó hacer el gobierno en esta semana. Es lo que aparentemente logrará la que viene recomprando Lebacs al 40 por ciento.

En una crisis nunca se podrá saber su día de nacimiento, su forma y su tamaño.

Las crisis tienen como característica principal que son siempre imprevistas. Nunca habrá amortiguadores suficientes y lo único que debe hacer el conductor es tener la mente abierta y fría para cuando lleguen. Los errores se advierten como tales con el diario del lunes. Ahora parece natural que en un par de días se retirarán miles de millones de dólares como resultado de tres medidas simultáneas que se tomaron a fines de 2017: el abandono de la meta de inflación que disparó una baja de renta de las Letras del Banco Central (subió la parte baja de una morsa), la baja de la tasa de interés de referencia (bajó la parte alta de la morsa), y se decidió aplicar un impuesto a los depositantes extranjeros, que fue un apretón desde todos los ángulos. Se sobrevaluó la confianza de los inversores. Pero a eso lo vemos después que terminó el partido. Ahora hay que resolver el problema. En eso de ganar tiempo un viejo cuento relata: un bufón del rey está en medio de su actuación hasta que aparece el problema: al rey se le ocurre que debe hacer hablar a un caballo. Llega a su casa, le cuenta a su mujer y ésta pregunta: ¿y qué le dijiste? "Que me diera un mes". Pero, cómo, ¿estás loco?, a fin de mes te matará. "No sé, tal vez mañana se le pasa la borrachera y se olvida, tal vez enferme y muera, tal vez quede herido en algún combate, nosotros podríamos huir o, quién te dice, por ahí en un mes el caballo habla". Ganar tiempo, eso es lo que conseguirá el gobierno con el crédito stand by de "largo alcance" del FMI. No habiendo tenido el coraje de ser más profundos en reducir los gastos, ahora nos encontramos con un problema doble: el déficit del presupuesto sigue alto y se agotaron las fuentes de crédito. Y, lo peor de todo, la confianza. En una disciplina en que no es bueno ser categóricos y más bien prácticos nos debemos preguntar, ¿Era viable el gradualismo? Si le hubiéramos preguntado al primer autor de sociología política de la historia, el florentino Nicolás Maquiavello, nos hubiera contestado que no. Lector de la realidad del absolutismo de su época vio que cuando el Príncipe tomaba una ciudad debía eliminar a sus adversarios en un día, al mismo tiempo y en un solo acto. Empezar y terminar la matanza en un solo instante. De mantener el miedo general en el tiempo, podría ocasionar que el pueblo entero se terminara levantando. Que lo diga si no el sirio Bashar Al Assad. El problema del gradualismo es que todos los días hay una mala noticia, todos los días se da una vuelta más a la tuerca y se da la impresión contraria a la pretendida, la gente hasta interpreta una dosis de sadismo. La propia Elisa Carrió dijo haber escuchado la promesa del ministro Aranguren de que no habrá más "subas" de tarifas este año. El petróleo subió, hay energía de centrales térmicas que se alimentan con derivados, el gas sale también de pozos de petróleo. "La gente no da más" se quejan quienes quieren seguir moderando el invierno con losas radiantes antes que ponerse un abrigo en Buenos Aires. Porque el problema tarifas es de Buenos Aires. Pero, seamos equilibrados, ¿Era posible un shock salvavidas cuando la gente no sentía aun, como no siente ahora, que le llegó el agua al cuello? Los shocks anteriores, el de Isabel Perón, el de los militares, el de Alfonsín, el de Menem, el de Duhalde y el de Néstor llegaron después de picos inflacionarios de varios cientos por ciento o reducciones del PBI alarmantes como la de 2002 cuando destruimos dos terceras partes de nuestra riqueza, bajando de 8.600 dólares per cápita a cerca de 2.500. En esos casos flotaba en el aire "algo hay que hacer" y cualquier cosa que se hiciera seria soportada. El gobierno sostiene que el auxilio será para continuar con el gradualismo. Supone menos exigencias que antes en los futuros controles posteriores a los esperados desembolsos trimestrales de la plata pedida al FMI. ¿Razones? El mundo capitalista estaría viendo a Macri como una especie de héroe antipopulista que se para frente a las amenazas de Lula en Brasil, el desconcierto de Perú, a la permanencia de Maduro en Venezuela y el posible triunfo de López Obrador en México. Si a Macri le fuera mal, sería la ruptura de uno de los pocos diques del subcontinente. ¿Será así? Algunas señales post FMI son positivas, subió la Bolsa y cayó el riesgo país. Otras, no tanto, la sangría de dólares no para, el mercado secundario anticipó renovaciones de Lebacs que vencen la semana que inicia. Claro, descontando nueva suba de tasas... Tregua, ganar tiempo, en una de esas, el caballo habla.