Un signo distintivo que caracteriza a los sanjuaninos es su hospitalidad y la actitud de servicio que deben primar en anfitriones de todo tipo de festejos y en el tratamiento a los turistas para que lleven se consigo una imagen positiva de nuestra provincia, máxime en momentos tan importantes como la Fiesta Nacional del Sol.

El pueblo con su proverbial alegría tiene que acompañar al gobierno y al sector privado que con gran esfuerzo buscan promocionar y posicionar a San Juan como destino turístico. La planificación y los detalles de organización han sido cuidados con esmero y a lo largo del todo el año, se ha trabajado con tesón, más una visión abarcativa que va desde la elección de las candidatas a reinas, su preparación cultural y social, como así también la promoción de las bondades de esta tierra en diferentes puntos del país y del exterior.

Pero lo más importante ahora es el clima humano favorable que debe existir para que esta celebración se convierta en un hito señalado en el calendario turístico del país y en un imán que atraiga a quienes deseen conocemos porque ese principio trascendental del conocimiento, la confraternidad y una contribución propicia al encuentro de los residentes con los visitantes es el pilar fructífero del turismo. Entendido como fenómeno social y como la industria de servicios, la actividad turística se forja a través de los hombres, teniendo en cuenta el micro mundo laboral que tiene que ver con lo estacional y temporal y aquel panorama más amplio donde encuentra al visitante, no como ser abstracto, sino como una posibilidad de vida distinta para la provincia a través de una afluencia marcada desde un recibimiento cordial.

La infraestructura hotelera tendrá que estar acorde a las expectativas y variará en todos sus niveles hasta los hospedajes, y las casas de familia. Porque el sanjuanino debe abrirse al turismo con una vertiente que involucra a sus comidas típicas, artesanía y esa afabilidad que junto a la calidez del trato, forma un sello particular que hará retornar a quienes nos visiten. Es parte del respeto por el otro y en esa relación profundamente humanizada va también la alta conciencia del denominado rango de precios donde se pide lo razonable por aquello que se ofrece.

La conjunción de voluntades y una corriente de simpatía sincera y fervorosa debe mostrar una ciudad de pie ante el futuro con un presente que conoce sus propias realidades pero que guarda como reserva ancestral la nobleza de sentimientos y la apertura mental hacia nuevas y mejores posibilidades.