Nota de Ámbito

A partir de diciembre, cuando los aumentos de precios se hicieron más evidentes por la disparada de los precios de la carne, la inflación pasó a ser el foco principal de las preocupaciones de los argentinos. Hoy el INDEC dará a conocer el dato del IPC de enero, que consultoras privadas estiman entre 3,7% y 4%, una marca que se mantiene en torno del número del último mes de 2020. En el gobierno conviven diferentes lecturas respecto de qué explica la aceleración de los precios: por un lado se insiste en la incidencia de los precios internacionales en el valor de los alimentos, pero al mismo tiempo el ministro Martín Guzmán remarca que la respuesta estructural al problema inflacionario debe contemplar un mix de política macroeconómica con un manejo combinado de las cuestiones fiscales, cambiarias y monetarias.

Según fuentes oficiales, la inflación obedece a un “brutal reacomodamiento de precios relativos”. “Esto es diferente a un proceso de espiralización de la inflación”, aseguran, porque si se analiza “el top diez de los mayores incrementos anuales de 2020, nada indicaría que esos sectores vuelvan a registrar aumentos semejantes, lo que daría lugar a que otros sectores vayan también ajustando sus precios”. Los números que mira el Gobierno hablan de una evolución del 92% interanual en el precio de computadoras, impresoras y monitores; 75,1% en muebles y artículos textiles para el hogar; 68,2% en equipos electrónicos; 61% en artefactos del hogar; 56,1% en adquisición de vehículos; 54,4% alimentos frescos; 52,6% en calzado; 49,3% en prendas de vestir y materiales; 46,7% en servicios sin tener en cuenta el turismo; 44,2% en equipos audiovisuales y fotográficos; y 42,8% en productos de tabaco. “En la medida que estos sectores ajusten por debajo de la media, da lugar a otros reacomodamientos”, vaticinan.

Esta explicación descarta una lectura monetarista del fenómeno inflacionario. “Parece ser un brutal reacomodamiento de precios relativos en lugar de una inflación sostenida por costo monetario”, sostuvieron en el Gobierno. Según esta lectura, el impacto de la emisión monetaria sobre los precios está mediada por la presión sobre el tipo de cambio. “Es un impacto inflacionario secundario, no directo”, aseguran.

Durante 2020, la asistencia monetaria del Banco Central al Tesoro se ubicó en un máximo desde 2004 y llegó al 8,2% del PBI, según un informe de la Oficina de Presupuesto (OPC). La mayor parte provino del giro de Utilidades, que durante el año llegaron a $1,6 billones; el segundo ítem en relevancia fueron los Adelantos Transitorios, que sumaron $407.720 millones; y en tercer lugar se ubicaron las Letras del Tesoro suscriptas por el BCRA, que según la OPC rondaron un 0,8% del PBI.

Esta semana, en la Universidad Nacional de Tucumán, el ministro Guzmán volvió a asegurar que el objetivo de su gestión es conseguir una baja gradual de la inflación de alrededor de 5 puntos porcentuales por año. “Esto es factible macroeconómicamente, porque requiere complementar con políticas de precios e ingresos que son necesarias para coordinar expectativas”, aseguró el funcionario.

Estas políticas de precios “se van a usar en 2021 como parte de un esquema integral para atacar el problema de la inflación”, a la que calificó como un problema “multicausal”. A la vez, Guzmán remarcó la importancia de la sustentabilidad fiscal. “Hay que poner las cuentas en orden de forma que sea consistente con la recuperación de la economía, no hay estabilización posible sin recuperación de la actividad económica”, dijo.