El economista y exministro de la Alianza, Ricardo López Murphy, elogió entre los pasos dados por la actual administración la transparencia estadística y la negociación de la deuda externa, pero criticó el mal diseño del plan e inversión pública. De visita en San Juan para dar una charla en el Club Sirio Libanés sobre las "Causas de la decadencia argentina", el dirigente político habló de la necesidad de expandir la inversión en lugar del empleo público. Y sobre el ingreso de vino chileno sugirió hacer una campaña para que no se compre vino de ese origen porque, a diferencia del nuestro, contiene agua.


-¿Qué medidas se han tomado bien y cuáles faltan para lograr que avance la reactivación económica?

-El esfuerzo más importante que se ha hecho es el de la transparencia estadística porque era un escándalo mundial que se ocultaran los datos. En particular creo que el saneamiento de las estadísticas fue muy valioso porque induce a una discusión más inteligente. También ha sido importante el saneamiento de las relaciones con el resto del mundo, terminar con el cepo y volver a la normalidad. También fue un salto importante la negociación de la deuda, que fue mucho más exitosa de lo que se esperaba. Fue muy bien llevada y muy barata después del zafarrancho que se había hecho. También el restablecimiento de las relaciones con el resto del mundo y el haber creado un clima más constructivo con los países desarrollados. Otro dato importante ha sido la clara actitud de convocar inversiones.

-¿Y qué se ha hecho mal?

-Ha habido una gran laxitud en materia fiscal para el gobierno nacional y los provinciales. Para estos últimos se abrió la mano para que gastaran y se endeudaran sin ton ni son. También hubo un mal diseño del plan de inversión pública y otro error inmenso fue no contar al comienzo del gobierno la herencia catastrófica del populismo y tampoco contar el terrible shock externo que había experimentado América del Sur a mediados del 2014, cuando se derrumbaron los precios internacionales y que a países muy mal administrados, como Venezuela, lo pulverizó y a países mal administrados como Brasil y Argentina los ha hecho pasar una crisis horrible. Otra distorsión gravísima que tenía el país y que la denunció Leandro Alem como fue la microcefalia bonaerense y el raquitismo del interior. Si algo no había que hacer del 2000 en adelante era acentuar eso. El corazón de la política del populismo fue concentrar los subsidios en el Oeste y en el Sur del Gran Buenos Aires, es decir ampliar la microcefalia. Fue generar un torrente de personas y de gastos en la zona que ya estaba sobreexpandida. Ese error estratégico es incomprensible que no lo haya marcado ni el gobierno actual ni los gobernadores en los períodos anteriores, porque si algo no había que hacer era lo que se hizo.

-¿Qué necesitaba entonces el país?

-Un crecimiento más homogéneo. El error central del kirchnerismo, más allá de la corrupción, de los problemas de inversión y de la visión disparatada del mundo, fue hacer crecer esa microcefalia con una visión miope, que debemos reconocer tiene una consecuencia electoral, porque donde está generó más vicio y más pérdida de la cultura del trabajo. Eso le hizo mucho mal al país y al interior. Si hubiéramos destinado ese esfuerzo a llenar al país de fábricas e inversiones otra hubiera sido la historia. Y lo que me llama la atención es por qué los gobernadores del interior avalaron esta política, que es criminal para el futuro del país.

-¿Si hay reactivación puede crecer la inflación?

-No tengo esa sensación porque no hay una reactivación de un vigor extraordinario. Hace 9 años que no crece el ingreso per cápita y si este año se cumple el programa oficial, será el mismo de 2008, es decir que habrán pasado 9 años sin crecer, otra de las tragedias del populismo que nos dejó el gobierno anterior.

 
-Frente al ingreso de vinos chilenos a la región, ¿qué se debe hacer para no perjudicar al sector productivo?


-Pienso en la industria vitivinícola mirando al vino como mercado, y reconociendo que las nuevas generaciones se han dedicado al consumo de cerveza y que el consumo de vino común ha ido bajando sistemáticamente. Mi lectura de lo que hacer es establecer reglas parejas, porque por ejemplo al vino chileno se le puede agregar agua y al vino argentino no. Por ejemplo, hay que hacer una campaña para no comprar vino chileno con agua. Incluso se podría dar una ayuda del fisco a los productores vitícolas, pero no tomar ninguna medida que impida la transformación estructural ni nada que dé una señal equívoca sobre esa transformación, que va hacia la mejor calidad de vinos y a reconocer los datos de la realidad.

-¿Y en la transición?


-En la transición el auxilio no tiene que ser para volver a un mundo cerrado, anacrónico. Conozco vinos sanjuaninos de altísima calidad. Y cualquier camino tiene que ir a ayudar a la reestructuración del sector.


-¿Qué medidas faltan para ayudar a las economías regionales?


-Lo que mejoraría muchísimo al sector sería que baje el déficit, porque las economías regionales tienen dos cosas importantes. Primero generan productos exportables y son generadoras de mano de obra. Las dos cosas el país las tiene que favorecer.


-¿Qué opina de la reforma impositiva?


-El debate es pobre hasta ahora. Y lo que habría que hacer es promover el empleo y la inversión, para lo cual sacaría capacidad impositiva del empleo y la inversión y de las empresas y las pondría sobre la familia y el consumo. Y tiene que haber impuestos cobrables, que no lastimen las exportaciones. Todo eso sería una especie de paraíso para las economías regionales. Y lo que no haría de ninguna manera es gravar los bonos públicos argentinos porque si hay algo que necesitamos en esta larga transición es que quieran comprar nuestros bonos y si les ponemos impuestos serán mucho más caros y se pagará más tasas de interés. Y eso es algo que no le conviene de ninguna manera al país.