Tiene una lista interminable de títulos académicos y ha escrito más de 50 libros. Ayer, en una charla magistral, organizada por el Gobierno y la Universidad Nacional cautivó con su oratoria clara y directa a empresarios, economistas, funcionarios y alumnos. Defensor de la ética y la equidad social, sus conceptos quedaron plasmados en la entrevista a DIARIO DE CUYO.

-¿Por qué las empresas deben tener responsabilidad social empresaria?

-Yo lo llamo ganar-ganar. La empresa gana porque es más competitiva, hoy gran parte de la competitividad está basada en la reputación de las empresas y esa información jugará en el momento en que la gente elija los productos que consume o apoya. Gana en productividad en su personal: la gente que trabaja en empresas que tienen compromiso con la comunidad rinden mucho más. La gente también apoya más a quienes lo hacen. Y gana en atraer mejores talentos, porque toda empresa quiere tener el mejor personal, y los nuevos egresados no sólo están interesados en tener un sueldo alto sino una causa. Por otra parte, están fortaleciendo su país y la sociedad en que viven.

-¿Se puede compatibilizar el desarrollo económico con el desarrollo minero?

-Creo que sí, pero hay que planteárselo con profundidad y seriedad. Hacer lo que llamo una minoría responsable y eso significa fijar reglas. Hay que hacer intervenir a la comunidad, discutir con ellos; fijar compromisos ambientales y cumplirlos. Cada vez hay más tecnología adecuada que ayuda a hacerlo posible. La minería puede ser muy depredadora o responsable, pero eso tiene que ser un contrato con la sociedad. Se deben utilizar todas las precauciones, medidas más avanzadas y las tecnologías, pero estamos a distancia de hacer todo eso.

-¿Está bien la Asignación Universal por Hijo en Argentina?

-Es una de las medidas más avanzadas que ha tomado este país en su historia. Significa hacerse cargo de que en el país hay 4 millones de niños pobres. Se los asiste con una remuneración que se actualiza según la inflación, y tiene la cláusula de que la familia que reciba el programa tiene que mostrar el boletín escolar y garantizar que se vacunen. No es ningún gasto, dedicar recursos a chicos pobres es un compromiso ético. Y además se autofinancia porque lo que reciben va íntegro en consumos básicos en pequeñas o medianas empresas. Compran en Pymes, son un reactivador total de la economía.

-Los productores vitivinícolas dicen que por los planes no tienen cosechadores, ¿qué piensa?

-Eso es un argumento sin evidencia empírica a su favor. Ese argumento aparece en múltiples formas cada vez que hay un programa social importante, se dice que se está fomentando la vagancia. Yo diría que es una coartada que usan las clases medias y altas para no hacerse cargo de que son corresponsables de la pobreza. Todos los seres humanos quieren trabajar, salvo casos patológicos, y ninguna persona se conforma con un subsidio pequeño. Esos productores deberían pensar cómo hacer más atractivo su reclutamiento, con más incentivo, más capacidad, más estabilidad.

-Usted habla de que la inseguridad disminuye con familia, educación y salud, pero aquí hay un gran porcentaje de asignaciones por hijo y hay más delincuencia, ¿qué falla?

-Si no tuvieran eso que tienen sería peor. Hay una inseguridad que proviene de bandas organizadas, del narcotráfico y hay que desarticularla. Pero hay delictuosidad joven, un 20% de jóvenes están fuera del sistema, han desertado de la escuela secundaria porque vienen de familias pobres, y sin secundario no hay trabajo en la economía formal, quedan afuera y ahí está la mayor vulnerabilidad del delito. La inseguridad se enfrenta creando empleo para los jóvenes excluidos.

Si lográramos que todos terminen el secundario, se termina la delictuosidad joven. Además hay que fortalecer la familia, que es la que tutorea al joven, le entrega valores morales. Más familia, más trabajo es la manera de combatir la delictuosidad joven.