El hermetismo informativo de Rusia no pudo ocultar la misteriosa explosión de un misil nuclear, la semana pasada, en una remota base militar del Mar Blanco, provocando la muerte de cinco personas y la evacuación de la ciudad de Severodvinsk, cercana al búnker, donde los niveles de radiación aumentaron hasta 16 veces sobre lo que puede tolerar el cuerpo humano, según fuentes rusas. Para Greenpeace el incremento radiactivo fue de 20 veces sobre lo normal, lo que demuestra el impacto que estos ensayos tienen en el medio ambiente, sin considerar los esfuerzos que se están haciendo para tratar de contrarrestar las causales del calentamiento global y el cambio climático.


Para algunos observadores el estallido del artefacto revela hechos de gran preocupación para la paz mundial, ya que es innegable que los rusos siguen avanzando en la carrera armamentista desde que se cayó el acuerdo internacional de no proliferación. Por otro lado está la respuesta segura que dará Estados Unidos y las otras potencias atómicas para mostrar el poderío de sus armas de destrucción masiva y marcar liderazgos.


Los efectos de estos ensayos nucleares en el medio ambiente son preocupantes, en momentos en que la mayoría de las naciones del planeta están haciendo esfuerzos por controlar todos aquellos factores que de una u otra forma inciden en las alteraciones que están haciendo posible un cambio climático de grandes proporciones. Países como Corea del Norte, India, Pakistán, China, Irán, Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Rusia, son los que más experimentan desde hace un tiempo con estos armamentos radiactivos, generando niveles de contaminación alarmantes, especialmente si se tiene en cuenta los efectos que la radiación tiene en los seres vivos.


Dentro de este contexto, los principales actores de esta escalada armamentista como el Kremlin no disimulan su responsabilidad y por el contrario se jactan, como lo hicieron hace unos días de que están ganando una carrera armamentista no declarada con EEUU en el desarrollo de armas nucleares de punta. Vladimir Putin ha dicho reiteradamente que sus ingenieros militares superan ampliamente el nivel tecnológico de otros países. Donald Trump recogió el guante y expresó que su país "estaba aprendiendo mucho'' de la explosión rusa aunque los estadounidenses "tienen tecnología similar, pero más avanzada'', escribió en la red.


Diversas organizaciones ambientalistas, entre ellas Greenpeace han advertido este fenómeno con la esperanza de que la comunidad internacional intervenga, ante el convencimiento de que estamos ante una nueva escalada de provocaciones y amenazas sobre las que peligra la vida del planeta.