Cada 11 de septiembre recordamos con fervor patriótico la figura de Domingo Faustino Sarmiento, el gran sanjuanino admirado en todo el mundo por su obra civilizadora y como estadista brillante, adelantado en su época para desarrollar la Argentina sustentada en políticas públicas para el crecimiento nacional. El gran maestro murió en este día, en 1888 a la edad de 77 años, y sin duda asociar la fecha como el "Día del Maestro'' es un reconocimiento al prócer que nadie lo pueda quitar


Para Sarmiento la educación era la base para el desarrollo estratégico de una gran nación y para lograrlo partió de la nada, porque no existían estadísticas para conocer las características y las necesidades del país. El primer censo nacional reveló que el 77% de la población era analfabeta y no dudó en poner en marcha el programa educativo más trascendente de nuestra historia, tomado como modelo en el mundo de una política de Estado exitosa.


Para encarar su titánica propuesta de "educar al soberano'' no dudó en contratar en el extranjero docentes para formar educadores criollos consustanciados en los requerimientos que previó el prócer desde cada actividad que lo puso de protagonista sin par. Fue presidente de la República, gobernador de San Juan, senador nacional, ministro plenipotenciario, docente, escritor y periodista, entre otros trabajos y oficios circunstanciales.


Sarmiento era un apasionado para dar forma a su torbellino de ideas republicanas, más allá de haber creado más de un centenar de escuelas a lo largo del país y fundar las primeras escuelas normales, colegios nacionales y establecimientos con orientación específica, como la de minería y la de agronomía, en San Juan. Pero fue más allá en el diseño de un Estado moderno y así creó el Colegio Militar de la Nación, la Escuela Naval Militar, el Observatorio Astronómico, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, y la Academia de Ciencias de Córdoba, entre otros establecimientos emblemáticos.


Fueron decisiones de gran impacto social y fundacional para la gran nación que soñó como estratega del desarrollo. Por eso puso en marcha la extensión de las redes ferroviaria y vial ante la necesidad de unir a toda la Argentina y puso énfasis en las comunicaciones tendiendo en su mandato más de 5.000 kilómetros de líneas telegráficas. También hizo construir los puertos de Zárate y San Pedro, sin descuidar la puesta en vigencia del Código Civil, redactado por Vélez Sarsfield, y la ley de bibliotecas populares.


Hay muchos momentos para recordar la figura de Sarmiento y, fundamentalmente, como funcionario honrado.