Para el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, el centenario del levantamiento bolchevique de 1917 carece de motivación para un recordatorio por parte del Kremlin, de manera que "no hay nada que celebrar'' según ha señalado el líder y ex agente de la KGB que se mantiene alejado de todo lo que tenga que ver con los soviéticos. Por eso los funcionarios rusos han dejado claro en los últimos días que para el país hubiera sido mejor si la Revolución nunca hubiera sucedido.


Sin embargo, el hecho de que no se haya organizado un acto alusivo no quiere decir que Moscú pueda borrar la historia de un acontecimiento político y social que marcó profundamente el siglo XX, a partir del levantamiento bolchevique que puso fin al régimen zarista y puso en marcha a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Putin es víctima de una seria contradicción: por un lado siempre recuerda el poderío tecnológico y los sucesos que hicieron historia en los avances de la humanidad, como en la carrera espacial, pero por otra parte busca ignorar fechas tan significativas como el de este centenario a fin de marcar las diferencias con el régimen que preside.


A 100 años de la toma del Palacio de Invierno por parte de un grupo minoritario encabezado por Lenin -pero políticamente decidido-, la insurgencia que cambiaría radicalmente el curso del siglo pasado llegando a constituir una potencia, involucrada exitosamente en la II Guerra Mundial y confrontar después con los EEUU en la Guerra Fría por la hegemonía política global. Pero también se plantearon situaciones de la política moderna que ha dado un giro hacia la realidad internacional contemporánea.


Hay, ante todo un significado histórico para recordar de este punto de inflexión en el contexto ideológico que terminó con la era zarista, para imponer la turbulenta experiencia soviética hasta culminar con una caída rotunda medio siglo después. Ya no hay fastuosas recordaciones en la Plaza Roja con desfiles interminables exhibiendo el poderío armamentista, pero será imposible ignorar las huellas de la historia. De todas maneras los nostálgicos comunistas rusos dicen estar convencidos de que el sol del socialismo se elevará una vez más sobre Rusia y el mundo entero, de acuerdo a las manifestaciones del partido en el centro de Moscú.