Todos los premios que concede anualmente la Real Academia de las Ciencias de Suecia son trascendentes por la contribución que hace a la humanidad el trabajo de los galardonados, para mejorar el nivel de vida y la convivencia pacífica. En cada rama hay un desempeño brillante que muchas veces nos adelanta el futuro cercano.


Ahora el Premio Nobel en Medicina fue para los descubridores del proceso de las células para adaptarse a la disponibilidad de oxígeno, y en Física para quienes descubrieron el primer exoplaneta y el estudio de los misterios del cosmos. Sin embargo los mayores comentarios se los llevaron los ganadores del Nobel de Química por el desarrollo de las baterías de iones de litio que han cambiado la vida en forma radical.


Lo que hicieron John B. Goodenough, M. Stanley Whittingham y Akira Yoshino es una creación extremadamente difícil como es la batería que ha revolucionado al mundo. No existen elementos tecnológicos de uso masivo y dispositivos electrónicos que no funcionen con esta pila extraordinaria. Whittingham la creó en la década del 70, después Goodenough duplicó el potencial de la batería y finalmente Yoshino redondeó la innovación utilizando iones de litio hasta hacerla la más potente de la actualidad.


Las nuevas generaciones, por rutina, tal vez no toman conciencia de la importancia de las baterías recargables de los celulares, de los vehículos eléctricos, las computadoras portátiles y un sinfín de aparatos de uso cotidiano que para la Academia sueca es un paradigma de poder energético libre de combustibles fósiles. Se ubica en la lucha contra el cambio climático y las baterías superan en rendimiento a la generación sustentable, como la eólica y solar, pero las complementa: las acumula cuando no se utilizan.


Para la ciencia estas baterías son los sistemas energéticos más importantes de la actualidad porque no existe una tecnología más avanzada para almacenarla y el gran mercado se expande por la generación renovable. Pero ninguna tecnología aplicada puede concretarse sin materia prima y en este punto la Argentina junto con Bolivia y Chile concentran más del 80% de las reservas del llamado "oro blanco". Nuestro país es el cuarto productor mundial de litio detrás de Australia, Chile y China.


Pero según el BID y el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación tenemos el potencial para convertirnos en el primer productor mundial de carbonato de litio. Nada menos.