La Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) viene siguiendo muy de cerca la evolución de la economía regional desde que comenzó la pandemia y acaba de publicar el cuarto informe extraordinario con el impacto del aislamiento social en la economía por la crisis sanitaria. Esta vez el organismo de las Naciones Unidas se centra en el golpe en la estructura productiva y empresarial de los países de la zona, la cual antes del coronavirus ya presentaba debilidades arrastradas a lo largo de décadas, aclara.


El documento refleja la confirmación de diferentes análisis económicos de cada país pero con un panorama del subcontinente de la suspensión total o parcial de las actividades productivas, identificando tres grupos de los sectores más afectados por la cuarentena obligatoria con golpes fuertes, significativos y moderados. En ese sentido estima que un 34,2% del empleo formal y un 24,6% del PBI regional son consecuencias del derrumbe del comercio mayorista y minorista; las actividades comunitarias sociales y personales; hoteles y restaurantes: actividades inmobiliarias y las manufacturas.


La sola lectura de estos rubros indica que la paralización por la pandemia hace estragos en el corazón productivo y, por ser el más dinámico, arrastra hacia abajo los índices de desempleo y golpea con mayor intensidad a las áreas tecnológicas, por tanto profundiza los problemas estructurales de las economías latinoamericanas. Y aunque la crisis afecta a todas las firmas por igual, el efecto es mucho mayor en las microempresas y las pymes por su peso en la estructura empresarial de la región. 


En un estudio país por país la Cepal señala que en Argentina el 44% de las empresas industriales no tenían liquidez para pagar el 50% de los salarios de abril, el 48% no pudo pagar a sus proveedores y el 57% adeuda sus impuestos. Aun con estas cifras negativas, nuestro país todavía está mejor que Brasil, Uruguay y el conglomerado centroamericano en este balance, que a la vez propone a los diferentes gobiernos un conjunto de medidas de salvataje.


Recomienda ampliar los plazos y alcances financieros para las empresas; cofinanciar la nómina salarial durante seis meses; realizar transferencias directa a los trabajadores autónomos; apoyar a las grandes empresas de sectores estratégicos y postergar o cancelar obligaciones previsionales e impositivas por lo menos hasta fin de año. Además, la suspensión del pago de los servicios básicos, incluyendo Internet. Sin duda estas políticas activas evitarán un colapso mayor.