A casi una semana de la visita pastoral que el papa Francisco realizó a Chile y Perú, todavía se escuchan ecos de la lapidaria frase pronunciada por el Sumo Pontífice, antes de despedirse, de que la política en América latina está muy enferma. Lo dijo en función de la clara visión que tiene de lo que está ocurriendo en la región con los casos de corrupción y el comportamiento de los dirigentes políticos que no atienden sus obligaciones por intentar la consolidación de un predominio a cualquier costo.


Para hacer esta afirmación, la máxima autoridad de la Iglesia Católica se basó en el megacaso de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, que se expandió por toda Latinoamérica involucrando a presidentes y funcionarios de distintos rangos. También hizo mención a la particular situación que vive en Perú, al preguntarse "¿qué es lo que le pasa a este país que cuando alguien deja de ser presidente lo meten preso?".


El detalle es inapelable, los ex presidentes Ollanta Humala y Alejandro Toledo están presos, aunque el último vive en Estados Unidos y sobre él pesa una orden de extradición. Alberto Fujimori estuvo preso hasta hace poco y Alan García está en una etapa definitoria de su libertad.


A manera de advertencia Francisco dijo que hay que evitar caer en manos de personas que sólo entienden el lenguaje de la corrupción, ya que se ingresa a un círculo vicioso del que se hace muy difícil salir.


Consignó que lo que está pasando en la mayoría de los países de Latinoamérica es que cada vez que gana un determinado partido político acusa al anterior por corrupción en sus actos de gobierno. Luego gana la otra parte y acusa al gobierno que lo antecedió. El asunto es que los dos tienen algo de razón. Con este ejemplo intentó graficar los conflictos internos que tiene cada país, como también el origen de las grietas que se han hecho tan populares en cada una de las administraciones, todo esto sin mencionar puntualmente a la Argentina.


En otra parte, el Obispo de Roma dijo que la corrupción es un virus que lo infecta todo. Él ha comprendido que la política está muy enferma por lo que habrá que tratarla convenientemente, a fin de lograr su recuperación en bien de que Latinoamérica logre las administraciones que le hacen falta para convertirse en un ámbito de fe y esperanza, en el que se pueda vivir mejor.