Negociaciones paritarias que alientan la inflación, reajustes de precios con la excusa del aumento del dólar, acciones legislativas de carácter demagógicas y las eternas manifestaciones en Buenos Aires de las organizaciones sociales en forma de piquetes, a las que últimamente se han sumado paros de servicios como el de los subtes, demuestran la poca predisposición de la mayoría de los sectores por ayudar a que la Nación salga de la complicada situación económica financiera por la que atraviesa en estos días. Los esfuerzos que el Gobierno nacional está haciendo por corregir el rumbo de la economía, en medio de un panorama adverso en el que la inflación, el precio del dólar y la devaluación del peso no dan tregua, no encuentran el apoyo necesario en sectores que siguen pensando que siempre hay que sacar ventajas, sin interesarles la caótica situación en que está el país.


El panorama no es de lo mejor, porque se advierte que nadie está dispuesto a ceder el mínimo espacio para posibilitar que la Nación recupere el equilibrio que ha perdido, y que necesita para reencauzar el camino propuesto. Pero habrá que alentar a que esto suceda ya que es la única alternativa que nos queda.


La dirigencia sectorial, especialmente la de los gremios y de las organizaciones sociales siguen sin comprender que ha llegado la hora del mayor esfuerzo, y continúan agitando las aguas para que el país siga con su inestabilidad. Saben perfectamente dónde está el mal que ha llevado a la Argentina a esta situación y no lo quieren admitir, porque no les conviene, ya que saben que hay que dar lugar a un proceso de reforma que posibilite el desarrollo del país, y en el que esas viejas estructuras corruptas no están contempladas.


La especulación es otro de los grandes males que conspiran contra la Argentina actual, por lo que también ha llegado la hora de desenmascarar a todos los que la alientan. De este comportamiento son pocos los que se salvan ya que hay especulación en todos los ámbitos y es el ciudadano común o la ama de casa la que paga las consecuencias.


Es hora de comprender que al país lo salvamos entre todos o no lo salva nadie. El Gobierno nacional podrá poner todo su empeño en corregir las políticas que no han dado el resultado esperado, pero está en manos de todos colaborar para que esas correcciones den sus frutos y ayuden a superar este duro transe que nos toca atravesar.