Es un hecho comprobable que la fauna y la flora autóctona de nuestra provincia están afrontando desde hace algunos años numerosos problemas con su subsistencia debido al recrudecimiento de las condiciones climáticas que hacen que tanto los animales como las plantas silvestres no encuentren las condiciones apropiadas para su crecimiento y desarrollo. 


El avance del desierto y la drástica reducción de los caudales de los ríos a consecuencia de la escasa precipitación de nieve en la alta cordillera, como también la disminución de las lluvias propia del cambio climático, están provocando que cada vez haya menos lugares apropiados para la fauna y la flora autóctona que, más allá de ser muy resistentes a las carencias de agua, sol y de otros nutrientes, necesitan de condiciones mínimas para su proliferación y para asegurar la biodiversidad. 


Desde esta misma columna, en numerosas ocasiones se ha hecho referencia a la necesidad de proteger la fauna y la flora como medio de evitar la desertificación en zonas rurales o de campo. Es tan grave la erosión de zonas arenosas en los valles como la que se produce en el piedemonte de los cerros y la cordillera, al desaparecer vegetación que actúa como contenedora de la humedad y que evita los desmoronamientos o deslizamientos. 


Si bien no es sencillo abordar este problema, hay antecedentes en otras partes del país y el mundo en los que se han logrado revertir situaciones similares favoreciendo la proliferación de nuevas especies vegetales y, consecuentemente, de animales que nacen, crecen y se desarrollan cuando las condiciones son apropiadas. Es decir que si se logra recrear las condiciones originarias de ese entorno, es seguro que la fauna autóctona encontrará la forma apropiada para desarrollarse. Para ello hay que tener en cuenta que en épocas de escasas pasturas se debe asegurar a las llamas y las vicuñas, entre otras especies, el diario sustento mediante operativos de provisión de fardos de pastos. 


La histórica escasez de agua que está padeciendo la provincia sumada a una depredación que ha venido siendo constante, sin que las autoridades del área de Ambiente o de Recursos Naturales del Gobierno provincial controlen la caza furtiva o la explotación de los bosques, ha derivado en esta crítica situación. Tanto el gobierno provincial como las respectivas comunas deberán abocarse a controlar esa depredación y a cuidar los recursos que se disponen para que la fauna y la flora natural no sigan disminuyendo y la provincia conserve las característica de área semiárida con valles longitudinales en los que se desarrollan oasis que históricamente han dado el toque de color verde que tanto se busca en San Juan.