Después del rechazo de la ley del aborto, hace casi dos meses, se ha planteado otro gran debate en torno a la aplicación de la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas, dispuesta por la ley 26.150. Esta norma, promueve la perspectiva de género -controvertida forma de impartir educación sexual entre niños y adolescentes- y fue sancionada hace 12 años, pero nunca fue implementada hasta el pasado 4 de septiembre en que las comisiones legislativas de Educación y de Familia, Mujer y Adolescencia aprobaron el dictamen que la declara de orden público. En los hechos, esta medida vuelve obligatoria la inclusión de sus contenidos en las currículas de las instituciones educativas de todo el país, lo que ha generado la reacción de gran parte de la sociedad que no ve con agrado esta disposición por entender que no respeta el derecho de los padres a educar a sus hijos, especialmente, en un tema tan sensible como es el de la educación sexual en el marco de la diversidad.


Otro aspecto que está siendo seriamente cuestionado es el de la pretendida modificación del artículo 5 de la ley ESI, que permite que cada escuela adapte los contenidos del plan de educación sexual integral a su propia cultura. Lo que se quiere lograr es que las jurisdicciones nacional, provincial y municipal garanticen la inclusión de los contenidos en todos los niveles educativos en forma obligatoria.


Hay que tener en cuenta que la ESI se basa en cinco ejes fundamentales como son la perspectiva de género, respeto a la diversidad, ejercicio de los derechos, cuidado del cuerpo y la salud, y la valoración de la afectividad. En nombre de cada una de estas consignas no es posible que se pretenda quitar a los padres el derecho primordial de impartir educación sexual a sus hijos. No se puede dejar en manos del Estado o de las instituciones escolares un tema tan delicado sin que los progenitores intervengan, ya que hay una enseñanza básica que debe surgir del seno familiar.


Se considera contraproducente que los chicos tengan que recibir una información tan sensible en forma masiva, en un ámbito público y por personas que no se sabe si están bien capacitadas, cuando lo ideal es que esa enseñanza provenga de personas muy cercanas, que forman parte del círculo íntimo.


Es necesario que en este esquema los padres o familiares más cercanos no se muestren reticentes a cumplir con su tarea, y que estén dispuestos a hacerse cargo de contribuir decisivamente con una enseñanza que no es fácil, pero que les corresponde por derecho propio.