Tras un período nefasto en que la figura de Domingo Faustino Sarmiento fue mancillada por oscuros intereses ideológicos, relegándola en importancia para que no brille en su real dimensión, ha llegado el momento de que todo el país, sin ningún tipo de excepciones, conozca, comprenda y valore el legado de este gran sanjuanino para las generaciones futuras.


Toda la Argentina le debe a Sarmiento el justo reconocimiento de haber sido no sólo un gran maestro sino también el fundador de la instrucción pública, base sobre la que se construyeron los cimientos de nuestro país. También merece que se lo reconozca como un hombre de personalidad inquieta y emprendedora que lo llevó a incursionar en múltiples áreas como la diplomacia, la política y el periodismo. Una persona comprometida con su país que dedicó casi toda su vida a contribuir con el progreso de la patria.


En el aspecto político se preocupó por superar la antinomia establecida entre federales y unitarios y encauzar al país hacia un futuro de progreso y civilización. Las controversias que se pueden haber presentado entorno a la figura del prócer, es porque decía lo que pensaba y concretaba lo que creía conveniente. Le tocó iniciar una gran transformación social y asumió los riesgos de las posiciones que tomaba. De todas formas nada de esto justifica el intento de quitarle el lugar de privilegio en la Historia que Sarmiento se merece junto a otros grandes como San Martín y Belgrano.


Dentro de la cargada agenda de feriados nacionales, se podría haber priorizado el Día del Maestro por sobre otras fechas, reivindicando de esta forma la figura de este gran educador. Un feriado provincial o un asueto escolar no hacen honor a todo lo que representa. Un feriado nacional sería más propio, aunque no sólo con el objeto de declarar a la jornada no laborable, sino para generar conciencia en todos los sectores de la sociedad sobre la importancia de la labor cumplida por un hombre que hoy debería ser tomado como ejemplo por muchas personas que pretenden formar parte de la clase dirigente del país.


Ha llegado el momento para que la figura de Sarmiento no sólo tenga en las aulas o en nuestra provincia un lugar de privilegio, sino que ocupe el sitio que le corresponde como estadista y promotor de las mejores ideas que hicieron grande a la Argentina. Cuando comprendamos esta dimensión estaremos rindiéndole el debido homenaje.