Mientras los diferentes gobiernos del mundo se centran en los asuntos cotidianos, la comunidad científica avanza en el estudio del calentamiento global, intentando llegar a conclusiones para tomar medidas urgentes frente a un fenómeno sin precedentes, antes de un colapso irreversible. El diagnóstico al que han arribado las investigaciones confirma que los pasados períodos cálidos o fríos intensos fueron de alcance regional, mientras que el actual afecta al 98% de la Tierra. La excepción, por ahora, es la Antártida que se deteriora rápidamente.


Los estudios se remontan a los primeros registros oficiales de mediados del siglo XIX con el uso de termómetros, a partir de los años de la Revolución Industrial con sus máquinas quemando carbón, una actividad que se hace universal impactando en el clima. Pero más allá de la estadística, los científicos han reconstruido las temperaturas del pasado con más de 700 registros de diferentes orígenes como los anillos de los árboles, la acumulación mineral en los exoesqueletos de los corales, los sedimentos en lagos, o sucesivas capas de hielo en los polos y glaciares.


De esta manera se ha podido determinar que no ha habido un período tan universalmente cálido como el presente en los últimos 2.000 años. A pesar de la variabilidad natural del clima, en estos dos milenios hubo cinco grandes períodos, tres cálidos y dos predominantemente fríos, pero todos de impacto continental y nunca se dieron en forma simultánea en distintas regiones. Todas las variantes tuvieron un origen natural, como erupciones volcánicas o manchas solares, siempre bien localizadas. Es así que los científicos han discutido la duración, la intensidad, o cuando empezaron las violentas alteraciones históricas del clima, pero nunca encontraron un carácter universal como el actual.


Por eso este calentamiento del planeta es sincrónico y es el período más cálido de los últimos 2.000 años, desde hace unos 50 años. Todo se desbordó en el siglo XX a partir de tasas de calentamiento durante la época preindustrial de 0,6 grados por siglo hasta la tasa actual de 1,7ºC, una variación que no es atribuible a la naturaleza. Todo es culpa del hombre y su obstinada manera de alcanzar metas de desarrollo sin políticas sustentables para preservar los recursos naturales.


Cambiar la matriz energética es un recurso que deben priorizar todos los gobiernos para atenuar el calentamiento global. Un ejemplo lo da San Juan con el parque solar Ullum IV que ya está inyectando 13,5 megavatios al Sistema Argentino de Interconexión eléctrica y avanza en el aprovechamiento eólico.