El calentamiento global está causando alteraciones climáticas atípicas, que obligan a adoptar con urgencia medidas para atenuar los efectos de los fenómenos extremos que impactan tanto en la economía como en la salud de la población.


Los climatólogos y especialistas en medicina que estudian puntualmente la variabilidad del clima con sus efectos perjudiciales, han alertado sobre los rápidos cambios precipitados por el calentamiento de la Tierra con costos muy elevados. Las catástrofes con daños materiales cuantiosos y otros estragos como sequías e inundaciones, tienen costos muy elevados para la población mundial, incluyendo para la salud humana.


Es que el cambio puede alterar el ámbito geográfico y la estacionalidad de algunas enfermedades infecciosas, aumentando la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, perturbando los ecosistemas de producción de alimentos e incluso, provocando enfermedades ligadas a desastres naturales tales como las olas de calor y de frío, inundaciones y sequías extremas.


En Argentina, esos fenómenos climáticos son cada vez más frecuentes y muchos observadores aseguran que tienen relación directa con el calentamiento global. Debe descartarse la idea de que el cambio climático iba a ser un flagelo para las futuras generaciones porque ya está entre nosotros.


En el Conicet señalan que la situación en el país es complicada y compleja porque está afectando a la producción agropecuaria: la falta de agua incide en la producción de forraje, o en la producción de carne y se están viendo cambios en el comportamiento de determinadas especies por la variabilidad en el clima, predominando algunas especies sobre otras.


Pero también los desplazamientos de las isotermas podrían posibilitar el desarrollo de especies de insectos que antes no tenían las condiciones necesarias para desarrollarse y que podrían ser transmisores de enfermedades a regiones del país donde no existían, afectando tanto a los humanos como a las actividades productivas.


Las autoridades deben tomar nota de las advertencias de los científicos y elaborar una estrategia para afrontar los eventos climáticos extremos o violentos, que ya son una realidad palpable en el país. La sequía en la pampa húmeda y las precipitaciones atípicas en San Juan son muestras preocupantes de estas variaciones.