Si bien en todos los tiempos, desde las primeras civilizaciones, han existido las noticias falsas o "fake news'', fue con la aparición de internet y de las plataformas que utilizan las redes sociales, que este fenómeno se hizo masivo y logró tal grado de influencia que ha sido aprovechado con fines perversos, para sacar ventajas o conseguir resultados tendenciosos, tanto en el ámbito político, social o económico.


En los últimos tiempos hubo resonados casos de "fake news'' que incidieron en triunfos electorales, como en los Estados Unidos, o fenómenos sociales, entre ellos conflictos bélicos, actos terroristas y hasta temas domésticos sin que nadie pudiera ponerle un freno a este accionar que, actualmente, carece de controles efectivos.


En la Reflexión Dominical publicada por este diario el pasado domingo 13 del corriente, el presbítero Dr. José Manuel Fernández abordó el tema de las noticias falsas, preocupado por los efectos negativos que tienen en la sociedad. En relación al fenómeno señaló que "la alteración de la verdad es el síntoma típico de la distorsión, y que la eficacia de las "fake news'' se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles''. Además consignó que "estas noticias son capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración''.


"Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen.


El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Si el camino para evitar la expansión de la desinformación es la responsabilidad, quien tiene un compromiso especial es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir: el periodista, custodio de las noticias. Este, en el mundo contemporáneo, no realiza sólo un trabajo, sino una verdadera y propia misión. Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz'', consignó Fernández.