Ha sido esclarecedor y oportuno el reciente informe de cierre anual de la labor de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) para conocer el contexto en el que se originan las manifestaciones sociales con violencia extrema debido a las desigualdades económicas que impactan en los sectores más vulnerables de la población. Sin duda hubo un punto de inflexión para que se haya revertido la fuerte disminución de la pobreza en los primeros años de la década en curso para caer en una dinámica preocupante: este año se sumarán seis millones de pobres.


El ente de las Naciones Unidas para el desarrollo del subcontinente aclara este cambio de tendencia que muchos economistas atribuyen al final de los años de oro de las exportaciones de materias primas. Para la Cepal es una verdad a medias, porque si bien se produjo una desaceleración económica el problema se agudizó por las políticas de ajuste que afectaron a la continuidad de los programas de inclusión social.


La desigualdad se traduce en cifras impactantes al conocer los números absolutos. Según el organismo ahora hay 191 millones de pobres frente a los 185 del ejercicio pasado, un dato que se agrava si se aumenta el período de cálculo, es decir si se cumplen las estimaciones, Latinoamérica cerrará este año con 27 millones más de pobres que en 2014 y con alto nivel de indigencia.


Un hecho atribuible a este desequilibrio en el ingreso per cápita es imputable a Brasil por las desigualdades en una población de 210 millones de personas y a Venezuela, sumida en una profunda crisis política y económica. Precisamente el informe llama a atender las causas estructurales de la migración y reformar la cooperación multilateral para asegurar la protección social. Un dato importante para nuestro país es que en el análisis la Argentina junto a Uruguay y El Salvador son las poblaciones con menos desigualdades y en el otro extremo Brasil y Colombia presentan la mayor brecha social.


Los analistas, y en general los políticos, hablan del crecimiento como una panacea pero lo importante es "crecer para igualar e igualar para crecer'', un lema clásico de Alicia Bárcena la secretaria ejecutiva de la Cepal que apela a sus palabras para señalar que la superación de la pobreza no solo se basa en el crecimiento económico si este no va acompañado por políticas redistributivas y programas fiscales activos. Sin dudas no existe mejor fórmula que la equidad en la distribución de la riqueza y si buscamos ejemplos de inequidad lo tenemos cerca, en Chile, el país más floreciente de América latina pero con la peor distribución social origen de una crisis que parece no tener fin.