Es habitual escuchar en los medios que los argentinos somos 45 millones y la cifra exacta de la población nativa se conocerá este año, luego de procesar los datos del censo que ya está en marcha en forma digital. Seguramente habrá muchas sorpresas en cuanto a la situación social, pero es probable que la más preocupante sea la revelación de que cada vez somos menos y no porque haya un éxodo significativo.

Lo grave, según la última medición oficial, es que nuestro país se está alejando abruptamente desde 2014, de la tasa de fecundidad que garantiza a una población mantenerse estable en su proceso de crecimiento gracias al constante recambio generacional. Toda nación sigue atentamente esta evolución mirando expectativas futuras.

Los datos aportados por el Ministerio de Salud de la Nación observan la drástica caída del número de nacimientos hasta 2020, sin que haya incidido el covid-19 ni el aislamiento preventivo. ya que los bebés fueron concebidos antes de la crisis sanitaria. Posteriormente no se hicieron relevamientos debido a la inestabilidad de los últimos años.

La tasa global de fecundidad la establece el promedio de hijos por mujer en edad fértil, que en Argentina se aleja cada vez más de la llamada "tasa de reemplazo", de la que depende la estabilidad de la población. En nuestro caso el reemplazo ideal de 2,1 hijos por mujer se precipitó al 1,54 hasta 2020, en número de nacimientos, señala la estadística ministerial.

Frente a la menor cifra de nacidos vivos de las últimas décadas, y acentuada desde hace ocho años, se plantea el interrogante de los motivos de esta declinación, un tema que trasciende al estricto ámbito sanitario para buscar respuesta en los grandes desequilibrios que alteran la vida cotidiana y frenan a las familias a no dejar descendientes que hereden sus privaciones y necesidades.

En definitiva la incertidumbre se refleja en la desconfianza en los dirigentes, y como consecuencia vivir en la precarización laboral, la inseguridad, y en una economía de subsistencia donde el futuro de la mayoría de las familias argentinas es llegar a fin de mes. Además pensar en una vida digna requiere un esfuerzo familiar de trabajo fuera del hogar y de manera agotadora.

También es importante recordar que la baja fecundidad es un fenómeno mundial, acentuado en las naciones en desarrollo, y en nuestro continente, en América latina y el Caribe.