A pocos días de iniciarse el receso escolar de verano en el ámbito educativo, comienza a engrosarse el listado de establecimientos escolares que son objeto de actos de vandalismo por parte de delincuentes que conocen que las escuelas quedan en un absoluto estado de indefensión, sin sistemas de alarmas, controles de ingresos de personas o de vigilancia policial. De esta manera son numerosas las pérdidas que el área de Educación afronta cada año, de elementos que luego no pueden reponerse, lo que determina que los niños carezcan al regresar a clases de material didáctico para el proceso de enseñanza-aprendizaje.


Entre los actos vandálicos registrados en los últimos días del año pasado y primeros del actual, tres establecimientos ubicados en Rivadavia, Capital y Santa Lucía sufrieron robos y destrozos. Utilizando distintas modalidades, los delincuentes ingresaron a los edificios para llevarse netbooks y televisores, además de quemar parte del mobiliario, porque no encontraron lo que ellos querían, en un acto de irracionalidad que no tiene explicación. En otro caso no se conformaron con ingresar a la escuela, sino que atacaron la vivienda de los caseros.


Los robos y ataques a las escuelas tienen similares características a lo que ocurre cuando se profana una iglesia. Se afecta a un lugar destinado a toda la comunidad en el que se cumple una labor de bien público estrechamente vinculada a la cultura del pueblo. Si bien hay objetos que tienen un valor determinado en el mercado, este no alcanza a superar el valor intrínseco que se le otorga al ser elementos didácticos que se utilizan exclusivamente para enseñar.


Hacen falta campañas disuasivas y de concientización para hacer ver que el hecho de robar a una escuela constituye un mal que afecta a todos por igual, principalmente a las nuevas generaciones que requieren de establecimientos debidamente equipados para recibir una educación de calidad.


Simultáneamente hacen falta sistemas de alarmas y de controles civiles y policiales que adviertan sobre las incursiones vandálicas que, generalmente, son nocturnas o durante los fines de semana o en fechas festivas.


Recién estamos comenzando el receso escolar y los últimos robos y ataques constituyen la alerta que debería accionar los mecanismos para evitar que durante el período se siga avasallando escuelas con absoluta impunidad.