La Cumbre del Clima, que debió finalizar el viernes último en Madrid, quedó atascada en las negociaciones relacionadas con la puesta en marcha del Acuerdo de París, firmado en 2015, cuya ejecución contra el calentamiento global está prevista para la década que comenzará en los próximos días. Parece una utopía, de acuerdo a las posiciones encontradas de los casi 200 países que asisten a la convocatoria de las Naciones Unidas.


El estancamiento de las discusiones se centra en la necesidad de que los Gobiernos presenten planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero más severos de los que tienen previsto aplicar ahora, y cómo articularse los futuros mercados de intercambio de derechos de emisiones de dióxido de carbono.


En este encuentro, denominado COP25, afloraron las herencias del Protocolo de Kioto y las promesas de financiación de los países desarrollados a los estados más pobres, para ayudarlos a adaptarse al impacto del calentamiento global. Los problemas técnicos son los más conflictivos para implementar estos planes que tienen obstáculos serios debido a las posiciones de los mayores depredadores climáticos del planeta: Brasil, India y China. Además de las deserciones, como la de Estados Unidos.


Lejos de expresiones diplomáticas, el encuentro de Madrid obliga a los firmantes del nuevo acuerdo a intentar que el calentamiento global quede en límites no catastróficos según los estudios científicos, de manera que el incremento medio de la temperatura no supere los dos grados respecto al nivel preindustrial. Y, en la medida de lo posible, 1,5, lo que lleva a revisar los planes internacionales de recorte de emisiones.


Un escollo difícil de sortear es el controvertido artículo 6 del Acuerdo de París, que debe regular los mercados de carbono, que permite que países y empresas puedan comprar créditos de emisiones si no llegan a cumplir sus objetivos de reducción. En esta instancia Brasil, India y China buscan arrastrar los créditos generados en el protocolo de Kioto al Acuerdo de París que arrancará el año que viene, y todos los demás miembros lo rechazan de plano.


Ojalá la Cumbre de Madrid no termine en un fracaso para que el planeta con que sueña Greta Thunberg, la activista adolescente sueca que ha puesto las voces de los niños en el corazón de la agenda del clima. La Unicef reporta que hay 500 millones de chicos en riesgo por vivir en costas y tierras arrasadas por huracanes y otros 300 millones con enfermedades respiratorias.