La aventura separatista que llevaron adelante las autoridades catalanas, al declararse independientes de España el pasado 23 de octubre, llegó a su fin de una manera que no deja de llamar la atención de todos los que siguieron de cerca este proceso. Para este desenlace, el estado español debió intervenir la autonomía; el presidente de la Generalitat, Carles Puidegmont, escapó a Bruselas, junto a otros cabecillas de la rebelión, para no terminar presos y el presidente de España, Mariano Rajoy, tras aplicar sanciones institucionales, convocó a elecciones para el próximo 21 de diciembre. Pero lo que marca la derrota absoluta de la iniciativa separatista es que los más encumbrados dirigentes independentistas admitieran que "no estaban listos para la empresa" de independizarse de España dando lugar a la creación de un nuevo Estado en Europa.


El independentismo que a través de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), hace poco menos de un mes, proclamaba "ni un paso atrás" en la idea de declarar la independencia de Cataluña, admitió que la separación de España era una aventura incierta. También se ha dicho que la independencia era "económicamente insostenible", algo que se sabía desde que comenzaron las primeras manifestaciones, ya que si bien Cataluña es una región próspera y de muchos recursos, no tiene asegurada la autonomía económica que necesita para convertirse en un estado independiente.


Desde esta misma columna, al iniciarse el frustrado proceso separatista se la consideró una medida absurda, con el único objetivo de hacer prevalecer ambiciones de poder de un grupo de dirigentes que ostentaban una gran soberbia en perjuicio de España y Cataluña. También se advirtió sobre los efectos negativos en la economía que se tradujo en la huida en masa de empresas, lo que demostró que los impulsores del separatismo no estaban preparados para afrontar estas adversidades que se fueron presentando en el tiempo.


Desconocer los orígenes de un pueblo y confundir el federalismo con una acción separatista, son factores que llevan a un gobierno autónomo a equivocar objetivos en la pretensión de establecer un predominio absoluto que, como en este caso, no se alcanzó a lograr demostrando que hay que ser respetuosos de las jurisdicciones establecidas y de la pertenencia que manifiesta la gente.