Mañana viernes el papa Francisco reiniciará su agenda internacional, suspendida por la pandemia, viajando a Irak con el propósito de concretar un viejo anhelo, apoyar a la minoría cristiana que sufre la persecución y la violencia de grupos extremistas desde hace décadas y tender la mano, en un gesto inédito, al islam chiita. Se trata de una visita histórica porque por primera vez un pontífice llegará a ese país azotado por la guerra y la violencia extremista.

El Papa prevé reunirse con el gran ayatolá Alí al Sistani, la máxima autoridad chií pero para los observadores internacionales esta gira tiene dimensión geoestratégica en medio del nuevo gobierno norteamericano de Joe Biden, la influencia de Irán en la región y la frágil reconstrucción iraquí en todo sentido, desde el poder político hasta alcanzar la normalidad tras la caída de Sadam Hussein con una devastación incalculable.

El impacto social del conflicto en Irak se puede medir en la propia comunidad cristiana que antes de la invasión de Estados Unidos, en 2003, estaba formada por 1,2 millones de católicos y ahora sólo quedan alrededor de 300.000, la mayoría desplazados a la región autónoma de Kurdistán. La irrupción del califato islámico instalando un régimen de terror en 2014 masacró sistemáticamente a minorías religiosas y étnicas, caso de los cristianos y los yazidíes, en nombre de la interpretación totalitaria del islam.

Esta gira se considera muy peligrosa para Francisco por el recrudecimiento de Covid-19 en una población de 40 millones de habitantes con severas restricciones sociales que engrosan un padecimiento de 40 años de guerras y crisis económicas. Tampoco se calma la insurgencia: en febrero lanzó tres cohetes contra intereses occidentales, particularmente en Bagdad y Erbil, dos ciudades incluidas en el itinerario del Papa.

Desde diciembre del año pasado el Vaticano viene planificando este viaje riesgoso por la decisión de Su Santidad de ir como "pastor de la gente que sufre", según dijo, y para ello tanto él como la numerosa comitiva que lo acompañará incluidos cientos de periodistas, ya están vacunados contra el coronavirus. La expectativa papal de pisar el suelo, que es cuna del catolicismo, es mucha por el simbolismo pero también por el valor geopolítico, diplomático y estratégico de la misión, aunque la mayoría de los confinados iraquíes lo siga por televisión.