La Organización de Estados Americanos (OEA) ha dado el informe final del control realizado en las elecciones presidenciales de Bolivia del 20 de octubre pasado, cerrando su participación y ratifica que hubo una "manipulación dolosa" en ese proceso que llevó al entonces presidente Evo Morales a abandonar el poder, y pedir asilo en México, ante el cúmulo de irregularidades comprobadas.


Las evidencias delictivas son tan contundentes que en absoluto puede calificarse de "golpe de Estado" a la decisión personal del exmandatario, que firmó una nota de renuncia irrevocable, sin especificar los motivos, aunque se sabe que los militares le sugirieron esa salida. Fue tan alevosa la manipulación electoral que ya nada podía sostenerlo a Morales en la presidencia.


La OEA hizo un control pormenorizado del proceso electoral hasta concluir que sobre la larga lista de acciones deliberadas e irregulares se hizo imposible validar los resultados que pretendía Evo en su afán de perpetuarse en el poder. La auditoría descubrió que la manipulación dolosa se dio en dos escenarios. Por una parte se alteraron las actas y se falsificaron las firmas de jurados de mesas, y por otra en el conteo de los resultados.


El flujo de los datos se redireccionó hacia dos servidores informáticos ocultos que no eran controlados por el Tribunal Supremo Electoral y fueron los mismos empleados de este organismo los que permitieron esta maniobra, con lo cual se destruyó toda garantía y confianza fiscalizadora. Dice el informe que cuando el 83,76% de las actas se conocieron el Tribunal Electoral ocultó a la ciudadanía de manera deliberada un 5,58% de actas que ya estaban en el sistema de transmisión de resultados preliminares, en tanto el flujo de la información fue redireccionada a los servidores ocultos que incluía una base de datos.


Es decir, se construyó una estructura informática secreta con capacidad de modificar los resultados electorales así como borrar cualquier rastro de la actividad delictiva por lo que la OEA reclama una ulterior judicialización por considerar extremadamente grave las irregularidades. Se suman otros detalles como actas quemadas y la duplicación de miles de nombres de votantes con el propósito de favorecer al líder indígena.


La izquierda dogmática condenó el "golpe de Estado" que derrocó a Evo Morales y denunció las "prácticas interventoras imperiales" como la OEA. Luis Almagro, titular de la organización fue claro: si hubo golpe de Estado en Bolivia, lo cometió Morales con fraude electoral.