El conflicto que mantiene la multinacional Pepsico con los empleados de la planta de Vicente López, en Buenos Aires, tuvo ayer uno de los episodios más graves cuando efectivos de la Policía bonaerense y de Gendarmería Nacional intervinieron para desalojar a los manifestantes que habían tomado la planta en reclamo por despidos. Se trató de una irracional forma de resistir las fuerzas del orden alentada por sectores sindicalizados y por activistas de izquierda, movidos por objetivos políticos, que se dieron cita en la zona de ingreso a la planta, con el sólo objeto de generar mayor tumulto y elevar los decibeles de la manifestación, sin la menor intención de acordar una salida para evitar los heridos durante el enfrentamiento.


Los efectivos actuaron en cumplimiento de una orden judicial, por lo que es incomprensible la actitud asumida por los manifestantes quienes pretendieron resistir el desalojo apoyados por un gran número de militantes de izquierda que llegaron, supuestamente, para solidarizarse con los empleados, pero que terminaron atacando brutalmente con piedras y palos a los policías y gendarmes.


Más allá de la difícil situación por la que están atravesando los operarios de Pepsico es inadmisible que un conflicto de esta naturaleza pretenda ser solucionado mediante el uso de la fuerza y de acciones agresivas que no conducen a ninguna salida. Por el contrario, esta forma de actuar solo genera tensión y hace que la situación empeore, transmitiendo una imagen de caos que pretendió ser atribuida al Gobierno como responsable directo.


Para estos sectores aclarar las causas que llevaron a la planta a la difícil situación en que se encuentra no tiene importancia, ya que lo único que les interesa es provocar disturbios que transciendan al ámbito nacional y alcancen la mayor repercusión posible.


De nada sirvió un mensaje difundido por la compañía, en el que expresó que "ofrecerá un trato cuidadoso a los empleados a través de una propuesta que mejora significativamente cualquier obligación legal", ya que los grupos que se inmiscuyeron no buscaron un acuerdo entre las partes. Solamente les interesó generar una gran conmoción con lo que justifican su existencia.