Desde el 9 de julio de 1816, fecha en que fue declarada la independencia nacional, nuestro país ha pasado por varias etapas, algunas de ellas con mucha calma institucional y otras de gran convulsión, en las que la Argentina tuvo que salir a dar muestras de su gran vocación de ser un estado libre y soberano, para aplacar las aguas de la discordia, algo que no siempre se consiguió con facilidad.
Durante estos 206 años el país ha tenido que luchar contra muchos factores externos e internos que en más de una oportunidad han hecho que el espíritu de la independencia nacional se vea alterado y alejado de los objetivos que los hombres del Congreso de Tucumán se fijaron al momento de su declaración.
En estos momentos, a la Argentina le está haciendo falta consolidar algunos aspectos que contribuyan con su acostumbrado estilo de vida. Hay cuestiones vinculadas a la vida en comunidad que no están funcionando como corresponde, y que sería muy positivo que se solucionaran para permitir que la gente viva de una manera más relajada y con mayor felicidad. Es que la verdadera independencia de un pueblo no pasa solamente por tener una Constitución y haberse declarado libre y soberano. Hay realmente independencia cuando se consigue generar fuentes de trabajo para todos; solucionar los problemas sociales que aquejan a la comunidad; crear buenas condiciones de vida para toda la gente sin excepción; alcanzar buenos niveles de educación y estabilizar el comportamiento de la economía para que esta variable no se convierta en un factor que promueva desigualdades y diferencias.
Ha llegado el momento en el que la Argentina debe esforzarse para dar muestras de que es capaz de forjar un estilo de vida propio. Esto no quiere decir que deba aislarse o romper relaciones con las demás naciones del mundo, por el contrario debe dar muestras de ser una nación institucionalmente organizada, capaz de ofrecer a sus habitantes buenos niveles de vida y mantener con las demás naciones del mundo vínculos protocolares que contribuyan con las buenas relaciones.
Nuestro país siempre ha tenido problemas en el orden económico y social, uno de los puntos débiles que han eclipsado su admirable potencial económico y los recursos que dispone.
En el Día de la Independencia nacional es justo señalar que a un país libre y soberano como el nuestro le corresponde el derecho de vivir en libertad, sin tropiezos de ningún tipo y con la esperanza de que los problemas que actualmente nos preocupan, alcancen pronto una solución duradera. Los argentinos merecemos vivir en un país un poco más previsible, con normas estables y reglas de juego claras que hagan posible el crecimiento y desarrollo.
